VAMOS AHORA CON EL CAPÍTULO DENOMINADO DEPENDENCIA OPERACIONAL DEL VESUBIO, ES EL ENCUADRE DEL CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIÓN VESUBIO EN EL SISTEMA DE REPRESIÓN LEGAL Y DE LA REPRESIÓN EN GENERAL
LA DIVISION DEL PAIS EN ZONAS, SUBZONAS, ÁREAS A LOS EFECTOS DE LA LCS.
LA SUBZONA 1.1 Y LAS ÁREAS DEPENDIENTES
La existencia de un plan represivo implementado durante la última dictadura militar fue probada en la sentencia dictada en la causa 13/84, por la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal y fue también acreditada por otros Tribunales Orales Federales de la Capital, en especial por el TOF 5 en las sentencias de las causas 1223 (Fátima) y 1170 A (Mariani-Comes- Barda) y 1268-1261, en la que se condenó a Olivera Rovere como responsable de la Subzona Capital Federal y a uno de sus jefes de las Áreas, y también por el Tribunal Federal 2, en la causa nro 1168 y 1673 en la que se investigó y se juzgó el circuito represivo de los centros clandestinos el Club Atlético, El Banco y El Olimpo, así como también por el Tribunal Oral Federal nro. 1 de San Martín en la sentencia dictada en las causas 2023, 2034, 2043 y 2031 por diversos hechos ocurridos en la jurisdicción del Comando de Institutos Militares, Campo de Mayo, que se correspondía con el territorio identificado como Zona 4, en los que se realizó, en esas sentencias, un desarrollo de las características comunes y del funcionamiento de ese sistema, al cual remito por razones de brevedad.
También debemos recordar que ya antes del golpe de estado del 24 de marzo del 76, y a los fines de la llamada lucha contra la subversión, el país había sido dividido en diversas Zonas, Subzonas y Áreas de defensa, como ya se estableció en aquella causa 13/84 y en las otras sentencias citadas.
Este plan de represión ilegal se apoyó entonces en una estructura de poder escalonada y descentralizada territorialmente en Zonas, Subzonas y Áreas, como estrategia de control total de la población en el territorio de la nación.
Este sistema había sido tomado del esquema que el Ejército colonial francés utilizó durante la guerra de Argelia.
A través de la doctrina contrarrevolucionaria francesa apareció la concepción del enemigo interno y sobre este tema Marie Monique Robin, autora de “Escuadrones de la muerte: La Escuela Francesa” nos ilustra al respecto y dijo en una entrevista que concedió al diario Página 12 de fecha 13 de octubre de 2004: “…con esta nueva concepción el enemigo podía ser un vecino, un maestro, un peronista o un militante de izquierda que ponía en peligro los valores occidentales. Y para derrotar a ese enemigo escondido, entremezclado en la población, que no tiene uniforme, se necesitaba recabar información en la doctrina o escuela francesa. La inteligencia es fundamental: quien dice inteligencia dice interrogatorio, y entonces tortura (para sacar información) y luego, para deshacerse de los torturados, los hace desaparecer. Como la población civil es sospechosa, aconsejaron cuadricular el territorio. Es decir que cada general tenía una zona y otras subzonas a cargo de un capitán o de un teniente.”
De allí surge entonces la técnica de la división del territorio en zonas y áreas, la tortura como método de inteligencia de obtención de información, el asesinato clandestino para no dejar huellas y la re-educación de algunos prisioneros para utilizarlos como agentes propios.
La Directiva 1/75 del Consejo de Defensa había otorgado al Ejército la responsabilidad primaria en la dirección de las operaciones contra la subversión y la conducción de la inteligencia de la comunidad informativa a fin de lograr una acción coordinada e integrada de todos los medios a disposición. Esa Directiva y la Directiva 404/75 del Comandante General del Ejército, mantuvo la división territorial del país en Zonas, Subzonas y Áreas, establecida por el Plan de Capacidades para el año 1972. De esta forma, el país quedó dividido en las zonas de defensa, cuyos límites coincidían con los que demarcaban la jurisdicción de los distintos Cuerpos del Ejército, a cargo de un General de División.
Así el Comando de Zona 1 estaba bajo la órbita operacional del Primer Cuerpo del Ejército, el cual tenía asiento en la Capital Federal y abarcaba las jurisdicciones de las Provincias de Buenos Aires -con excepción de la correspondiente al Comando de la Zona 4- La Pampa y la Capital Federal.
El Comando de la Zona 1 se encontraba dividido en siete Subzonas: la denominada “Capital Federal”, y el resto, identificadas con los números 1.1 a 1.6. En general, el Comando de cada Subzona correspondía a una Brigada o formación equivalente existente en la Zona. Cada Subzona estaba subdividida a su vez en Áreas, a cargo de alguna unidad militar de importancia. Esta división, ponía bajo la responsabilidad del Jefe de Zona, Subzona y Área todas las acciones represivas que ocurrían en su jurisdicción.
La Subzona más importante de la Zona 1 y la más densamente poblada, era la Subzona conformada por la Capital Federal.
La segunda Subzona de importancia era la Subzona 1.1. y comprendía los partidos de San Andrés de Giles, Luján, Mercedes, Gral. Rodríguez, Marcos Paz, General Las Heras, Navarro, Lobos, Cañuelas, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora, Avellaneda, La Matanza, Quilmes, Florencio Varela, Berazategui, Almirante Brown, La Plata, San Vicente, Brandsen, General Paz, Monte y Lanús.
Los partidos de Campana, Exaltación de la Cruz y Zárate, inicialmente comprendidos en esta Subzona, pasaron a depender de la Zona 4 desde mayo de 1976.
Este comando de Subzona estuvo a cargo de quien se desempeñó como Comandante de la Brigada de Infantería Mecanizada X con asiento en los cuarteles de Palermo.
En el año 1976 ese Comando de la Subzona 1.1. estuvo a cargo de Adolfo Sigwald, mientras que en el año 1977 y 1978 estuvo a cargo de Juan Bautista Sasiaiñ, ambos fallecidos.
El Segundo Comandante de esa Brigada en el año 1976 y hasta diciembre de 1977 fue Héctor Humberto Gamen y, como tal, Jefe del Estado Mayor y segundo comandante de la Subzona, y en consecuencia responsable, luego del Comandante por todas las acciones y operaciones represivas llevadas adelante en ese territorio.
En la Directiva del Consejo de Defensa 1/75 (Lucha contra la subversión), en la Orden del Ejército 405/76 (Reestructuración de jurisdicciones y adecuación orgánica para intensificar las operaciones contra la subversión) y en la Orden de Operaciones 9/77 se hace referencia a los grandes centros urbanos, en especial la Capital y el Gran Buenos Aires (Subzona 11) como las zonas estratégicas de atención prioritaria donde se buscaba la, cito, “intensificación de las operaciones militares y de seguridad”, junto con la ciudad de La Plata, y otras ciudades importantes. Específicamente se menciona entre las zonas estratégicas prioritarias a considerar “La zona Buenos Aires – La Plata y su respectivo cordón industrial.”
Asimismo, la Directiva del Comandante General del Ejército 404/75 (Lucha contra la subversión) mencionaba entre las misiones del Comando Zona Defensa 1, lograr una disminución del “accionar subversivo en el ámbito de su jurisdicción” y establece como zona prioritaria la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Debe recordarse también que por disposición de esta directiva las zonas de defensa debían ejercer control operacional para la lucha contra la subversión sobre el Servicio Penitenciario Federal, fuerza a la que pertenecían algunos de los aquí imputados.
A su vez, la Subzona 1.1 se dividió en seis áreas. Para ello, se tuvo en consideración la ubicación de los regimientos militares con asiento en el territorio y zonas de influencia, correspondiéndole la jefatura de cada una de esas Áreas, a un determinado regimiento.
Cada una de las Áreas se definió así por la unidad militar que la controlaba y su delimitación se correspondía con la jurisdicción de los partidos de la Provincia de Buenos Aires aledaños al regimiento correspondiente.
Y cada una de las Áreas implicó entonces la asignación de un territorio bajo la responsabilidad del jefe de ese estamento del poder represivo militar.
En lo que a nosotros interesa, para este el Área 114 comprendía los partidos de La Matanza, Marcos Paz, Las Heras, Navarro y Lobos. Su jefatura correspondía al Grupo de Artillería Mecanizada 1 de Ciudadela. En ese territorio tenía asiento físico el centro clandestino de detención El Vesubio, en la intersección de la Autopista Ricchieri y el Camino de Cintura.
Las otras Áreas que conformaban la Subzona 1.1 eran las siguientes:
El Área 111 comprendía el partido de Quilmes y su jefatura correspondía al Batallón Departamento de Arsenales 601, en Bernal, Quilmes.
El Área 112 comprendía los partidos de Almirante Brown, Avellaneda, Esteban Echeverría, Lanús, Lomas de Zamora, San Vicente y Cañuelas y su jefatura correspondía al RIM 3 o Regimiento de Infantería Mecanizada 3 de La Tablada, La Matanza.
El Área 113 comprendía los partidos de La Plata, Brandsen, General Paz y Monte y su jefatura correspondía al Regimiento de Infantería Mecanizada nro. 7 de La Plata.
El Área 115 comprendía los partidos de Rodríguez, Luján, Mercedes, San Andrés de Giles. Su jefatura correspondía al RIM 6, al Regimiento de Infantería Mecanizada nro. 6 en Mercedes.
El Área 116 comprendía los partidos de Berazategui y Florencio Varela. Su jefatura correspondía al Batallón de Comunicaciones Comando 601 de City Bell.
Esta Fiscalía sostiene que en el juicio, entonces, ha quedado demostrada esta división territorial, como así también la función que cumplían la Subzona 11 y las Áreas que la conformaban, que pueden ser definidas como un subsistema del sistema de represión, para controlar el territorio.
En este alegato nos ocuparemos de mostrar las funciones de la Subzona 11 y sus Áreas en general, si bien nos interesa en especial el Área 114, pues el imputado Pascarelli fue jefe de ese escalón de la represión en el territorio de su Área entre marzo y diciembre de 1976 y por ello, junto con Gamen, en su calidad de Segundo Comandante de la Subzona, fue responsable de los hechos ocurridos en el Vesubio durante ese período, pues el centro clandestino se encontraba como se dijo en el territorio a su cargo y en consecuencia por su comando fluyeron órdenes que posibilitaron su funcionamiento.
Efectivamente, son diversos los documentos militares, los distintos cuerpos de órdenes y directivas, que al regular lo que fue la estructura del sistema utilizado para la llamada Lucha Contra la Subversión, hacen referencia a la necesidad de que exista una dirección centralizada y una ejecución descentralizada para poder llevar a cabo su accionar.
De este modo, nos ocuparemos de mostrar la dependencia del Centro Clandestino de Detención Vesubio de la Subzona de mención y del Área 114, y de la responsabilidad que les cupo en consecuencia a los imputados Gamen y Pascarelli.
LA FUNCION AHORA DE LA SUBZONA Y LAS ÁREAS EN LA ESTRUCTURA MILITAR DE REPRESION DE LA LLAMADA LUCHA CONTRA LA SUBVERSIÓN EN LOS DOCUMENTOS MILITARES
Esta división del país en Zonas, Subzonas y Áreas no sólo surge de numerosos documentos militares sino que ha sido corroborada por distintas declaraciones incorporadas al debate donde se explicita la función de dichas unidades de responsabilidad.
En efecto, del análisis de las órdenes y directivas incorporadas al juicio, se advierte claramente el rol de los Comandos de Subzona y las Áreas pertinentes y, consecuentemente, entre ellas, de las unidades militares donde tenía asiento el Comando de la Subzona 11 y de las Áreas a su cargo.
Los gráficos anexos a la Directiva 1/75 por ejemplo, consignan la importancia de cada uno de esos estamentos, así, en el Anexo 1 – estructura del régimen funcional de Inteligencia- y en el Anexo 2 - estructura del régimen funcional de acción psicológica- se puede observar cómo no sólo la Zona y la Subzona en la Provincia era un elemento importante en este régimen de inteligencia, sino también el Área nutría a este sistema.
En la directiva 404/75, en el capítulo 5) al detallarse las operaciones a desarrollar, entre las que están divididas las de inteligencia, las operaciones militares, de seguridad, sicológicas, etc., se establece que los Comandos y Jefaturas de todos los niveles tendrán la responsabilidad directa e indelegable en la ejecución de la totalidad de las operaciones. También se agrega que los Comandos de Zona tienen que conducir con responsabilidad primaria el esfuerzo de inteligencia de la comunidad informativa contra la subversión, en su jurisdicción, a fin de lograr una acción coordinada e integrada de todos los medios a disposición.
Asimismo, en el Anexo 3 que establece el plan de acción psicológica, se consigna como una de las misiones particulares de los comandos de Zona el “mantener una permanente y fluida corriente informativa entre los elementos orgánicos y niveles de comando de la Fuerza”, y en el Anexo 4 relativo al personal se consigna que el mantenimiento de la moral estará materializado mediante la búsqueda y el logro de la cohesión y el espíritu de cuerpo en el personal de las órdenes (se dijo órdenes pero decía unidades).
En similar sentido contamos también con el Plan del Ejército Contribuyente al Plan de Seguridad Nacional, de febrero de 1976. En verdad, este documento es nada menos que la planificación misma del golpe de Estado ocurrido el 24 de marzo del 76, según surge del punto 1, en el que podemos leer: “La junta de Comandantes Generales ante el grave deterioro que sufre la Nación ha resuelto adoptar las previsiones para el caso de tener que destituir al Gobierno nacional y constituir un gobierno militar”. Allí se ordenaba también el mantenimiento del orden en las jurisdicciones militares que estaban determinadas en el Plan de Capacidades – es decir, la división en Zonas, Subzonas y Áreas- (ver para esto el cuerpo principal del plan y el Anexo 10).
Con relación al rol que tenían que cumplir las Áreas en ese Plan, el anexo 2 (inteligencia) describía qué se entendía por “oponente” y que establecía que “los Comandantes de Área incluirán en sus respectivas composiciones del oponente otras organizaciones que actúan en sus jurisdicciones con la caracterización señalada”. Esto demuestra no sólo que los Jefes de Área tenían la responsabilidad sobre el territorio, como ya hemos venido sosteniendo, sino que además, esa responsabilidad era lo suficientemente activa como para que se les encomendara la tarea de individualización del oponente.
Posteriormente, en marzo de 1976 se dictó la “Orden de Operaciones 2/76” (Pasaje a la Fase de Consolidación) complementaria del Plan del Ejército Contribuyente al Plan de Seguridad Nacional. En el Anexo 1 (Inteligencia) se consignaba que “la detención de personas se efectúa sin mayores inconvenientes en cada jurisdicción de las Fuerzas estando dirigidas hacia aquellos elementos que signifiquen un peligro cierto o potencial para el desarrollo de las acciones militares y/o puedan atentar contra los intereses de la Nación”. Es decir, realizado exitosamente el golpe de Estado, las detenciones como las denominan los documentos militares – en verdad, detenciones ilegales o secuestros- se realizaron conforme a lo planeado.
La Orden Parcial nro. 405/76 (del 21 de mayo de ese año) realiza “una reestructuración de jurisdicciones y adecuación orgánica para intensificar las operaciones contra la subversión”. Dicha reestructuración por escrito venía a plasmar algunos ajustes para continuar el plan de represión clandestina instaurado desde el golpe del 24 de marzo de 1976.
Esta Orden Parcial establece como misión del Comando de Zona 1 que “se intensificará gradual y aceleradamente la acción contra el accionar subversivo”. Dice la Orden: “la proporción mayoritaria de la agresión subversiva se materializa sobre las grandes concentraciones industriales del país delineándose claramente cuatro regiones que son prioridad”, entre las que pone en primer lugar a la Capital Federal y Gran Bs As. Se señala que en la zona de Capital Federal y Gran Bs As se encuentra “la mayor densidad demográfica nacional y a la vez la mayor concentración obrera fabril, que constituye el medio prioritario para el accionar subversivo y su principal objetivo de captación.”.
En esa orden Parcial se le asigna al Comando de la Zona Defensa 1 la función de “intensificar gradual y aceleradamente la acción contrasubversiva con la finalidad de completar el aniquilamiento del oponente”. Es decir, el texto de la directiva deja claro que la tarea de “aniquilamiento del oponente” ya se venía realizando, como ya vimos, desde el mismo día del golpe por lo menos, a través de la planificación del Plan respectivo, objeto que ahora se proponían completar.
Esa acción debe realizarse, cito la Orden 405/76, mediante dos tipos de actividades: a) el dominio del espacio por medio del despliegue permanente de fuerzas en dispositivos variables y la ejecución de patrullajes continuos y b) el desarrollo de una persistente y eficiente actividad de inteligencia que posibilite la detección y acción sobre blancos rentables del oponente.
Entre las medidas más trascendentes, se ordena organizar una Central de Operaciones de Inteligencia (el COI) en el Comando de la Zona de Defensa 1 para “coordinar e integrar las acciones de inteligencia y las operaciones de seguridad de carácter inmediato”.
Posteriormente, la Directiva del Comandante en Jefe del Ejército nro. 504/77 (continuación de la ofensiva contra la subversión en el período 1977-1978, dictada el 20 de abril de 1977), también ordena intensificar la ofensiva general contra la subversión en su jurisdicción, con prioridad en los ámbitos industrial y educacional, y con esfuerzo principal en la zona de Buenos Aires. En el Anexo 3 se ordena accionar selectivamente sobre los establecimientos industriales para prevenir, neutralizar o anular situaciones conflictivas de origen laboral provocadas o que puedan ser explotadas por la subversión. Asimismo, en el Anexo 4 referido al ámbito educacional se establece que “La conducción integral y el control de la operación se mantendrán centralizados a nivel centralizado a nivel de Comando de Subzona o Jefe de Área, quienes imprimirán las variantes aconsejadas por las características diferenciales existentes en la provincia o en la región.” Por otro lado en el Anexo 6 también se reitera que, tal como lo detallamos antes, las jurisdicciones de los Cuerpos de Ejército se denominarán zonas, las que a su vez se subdividirán en subzonas, áreas, etc. Asimismo, se aclara que la designación se hará de la siguiente manera: zona, una sola cifra en número arábigo, igual al número correspondiente a la GUB (gran unidad de batalla); subzona: dos cifras, correspondiente el primero al número de la zona; y área: tres cifras correspondiendo la primera y la segunda a zona y subzona.
En los Anexos siguientes también se hace referencia a las divisiones y responsabilidad de las unidades en cada jurisdicción, haciéndose mención a los Comandos de zona, subzona o jefatura de área. Específicamente del Anexo 13 relativo a los informes a elevar a los Comandos superiores también surge que en el parte circunstanciado debía detallarse la zona, subzona y área dónde ocurrió el hecho y el Comando, Unidad o Subunidad que participó.
Es evidente entonces que cada responsable de un escalón del poder debía mantener un férreo control de su territorio para informar las novedades al escalón superior.
Finalmente la Orden de Operaciones 9/77 fue dictada con el objetivo de regular la continuación de la lucha contra la subversión (13 de junio 1977) a fin de intensificar esa lucha, aclarándose que “la operación consistirá en la intensificación de las operaciones en desarrollo”, mostrando en consecuencia que se trataba de la continuación del accionar ya emprendido. Es una orden del comando Cuerpo I Ejército donde se hace referencia a las misiones de las Subzonas, y está firmada por el entonces Comandante del Cuerpo, General Suárez Mason.
Allí se establece la responsabilidad de los Comandos de Subzona en la totalidad de las operaciones militares y de seguridad que se ejecuten en su jurisdicción, y su coordinación, cuya misión principal es la detección y destrucción de las organizaciones subversivas. Se expresa que puede ser aconsejable de ser necesario, la integración de personal y medios de fuerza de extracción diferente, en los elementos de ejecución. En éste, como en otros juicios, quedó claramente demostrado que actuaron de modo conjunto y coordinado elementos de distintas fuerzas (aquí decía armadas pero no se dijo) tanto como de seguridad en la comisión de los hechos que se juzgan. En nuestro caso, cuanto menos del Ejército como fuerza armada y del Servicio Penitenciario Federal.
Por otra parte, la Orden citada, específicamente advierte que la existencia de subzonas y/o áreas relativamente tranquilas en cuanto se refiere al accionar que se llamó subversivo, no exime a los comandos y jefaturas pertinentes de la necesidad de aplicar en toda su extensión el concepto y significado de la intensificación de las operaciones. Con esto queda claro que absolutamente todos tenían su ámbito de responsabilidad y no quedaban afuera del sistema estructurado a los fines de la Lucha contra la Subversión.
Al regular la ejecución de esas operaciones de seguridad, la orden refiere que cada Comando Subzona o Jefatura de Área establecerá la señal de reconocimiento de vehículos al planificar cada operación de seguridad.
La copia nro. 18 del distribuidor de esa Orden de Operaciones 9/77 fue enviada al Jefe de la Subzona 1.1. (Cte. de la Brigada de Infantería X) –dejando en claro que la Brigada estaba a cargo de la Subzona- y según indicaba el punto d) “Cada Subzona debía hacer conocer a todos los elementos que por alguna razón tengan cualquier tipo de vinculación de dependencia, el contenido de esa orden”, esto es, por ejemplo, a los Regimientos que tenían a cargo las Áreas en las que se subdividía la Subzona.
El Anexo 4 regula lo relativo a “ejecución de los blancos”, por parte del Comando Z 1 o la Subzona y la coordinación que debe efectuar el COTCE (Comando de Operaciones Tácticas del Cuerpo de Ejército, que en lo sucesivo citaremos como COTCE) y al respecto en todas las operaciones que se efectúen entre Subzonas.
En efecto, existía un COTCE en cada comando de Zona, para coordinar las operaciones entre las distintas Subzonas de esa Zona. Más adelante se retomará en detalle el funcionamiento de estos órganos según lo relataron los propios coimputados fallecidos Suárez Mason, Montes, Sasiaiñ y Roualdes.
Se establecía en ese anexo que (1) “Con la debida antelación suficiente que permita realizar la coordinación, el Comandante de Subzona correspondiente solicitará al Cdte Z 1 –COTCE- la autorización para operar. Para ello deberá hacerse mención de todos los aspectos contenidos en el formulario que se agrega como apéndice 2 (Formulario de requerimiento de Área Libre para operar)”.
Es lógico entonces que aquí la autorización para operar la otorgue la Zona -nivel superior- toda vez que se trata de acciones entre distintas Subzonas.
Merece especial atención el caso particular en el caso del “blanco” que se encontrara en el Comando Zona 4, en ese supuesto, el procedimiento se regula conforme un acta acuerdo específica, firmada por los Comandantes de ambas Zonas, los Grales. Suárez Mason y Riveros, que establecía las reglas para los requerimientos de autorización para ejecutar operaciones encubiertas por elementos de una Zona en la jurisdicción de la Zona vecina, con facultades recíprocas (ver el apéndice 1, del Anexo 4 –ejecución de blancos- de esa orden de operaciones; Acta Acuerdo entre el Comando Zona 4 y el Comando Zona 1).
Debe recordarse que el Comando Z4 abarcaba la jurisdicción de la Zona norte de la provincia de Buenos Aires, con sede en el Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo y que, si bien la importancia de este Comando era grande, su territorio era relativamente pequeño, por ello, no estaba subdividido en Subzonas sino directamente en Áreas.
En los aspectos generales de ese convenio, se establece que los jefes de los operativos deben conocer los límites de las Áreas de la Z4 y de las Subzonas de Z1, 11, 13, 16 y Capital Federal y sus respectivas Áreas, como así también la ubicación y los números telefónicos de los COT de cada una de ellas. El COT era el Comando de Operaciones Tácticas. Se establece que el personal debe ser consciente que cuando se comprueba la presencia de personas portando armas a la vista y que se desplacen o actúen sin el previo requerimiento de “área libre” serán objeto de acción de fuego por parte del personal de la Zona donde se encuentren y si esas personas sin portar armas son sospechosas podrán ser detenidas.
El procedimiento de área libre era fundamental para evitar choque de fuerzas que frustraran o entorpecieran el éxito de los operativos.
La regulación puntillosa de este procedimiento refuerza la descentralización territorial de la responsabilidad de las acciones, dado que debía solicitarse permiso para operar en un territorio que otro comando o jefatura controlaba, e indica una vez más que cada comando era responsable de todas las acciones ejecutadas en el territorio a su cargo.
Esta acta acuerdo es un ejemplo detallado de cómo se procedía en caso de requerimientos de liberación de área y ahí se resalta la “aptitud” de las Áreas que debían operar ante las órdenes de la Subzona.
Además, específicamente, el Suplemento 1 (Comunicaciones) de esa acta acuerdo, establece los canales de comunicación de las Subzonas y las Áreas, surgiendo el carácter operativo de éstas últimas. En lo referente a la Subzona 11, se leen los distintos medios de comunicación disponibles en cada una de las Áreas.
Por otro lado en el Apéndice 1 del Anexo 12 dice que la Policía de la Pcia. de Buenos Aires continuará brindando apoyo de inteligencia a los Cdos de SubZona, de Zona y a los Jefes de Área correspondientes. Y también dice que ejecutará las operaciones de seguridad y para eso deberá coordinar con los comandos de Subzona o Jefatura de Área.
Esas comunicaciones tan importantes a los fines de la ya mencionada “coordinación” fueron obsesivamente regulados en el Anexo 14. En los numerosos diagramas que obran en ese anexo, se lee que el Comando Cuerpo I estaba comunicado con todas las formaciones que dependían de él, entre ellas, por ejemplo el Grupo de Artillería de Ciudadela. En suma: se identifica claramente al Área con un regimiento o una unidad militar equivalente.
En los anexos constan también los modelos de formularios en que debían conformarse los informes de la síntesis de los hechos, lo cual demuestra el control que existía dentro de la estructura de la represión.
Las órdenes y directivas antes reseñadas dan cuenta de la organización para la actividad desplegada por el Ejército en su accionar represivo, que consistió en una organización fuertemente verticalista, propia de toda estructura militar, que permitió a los altos mandos un continuo y preciso control de las actividades desplegadas por sus subordinados, valiéndose de elementos preexistentes en su organización previa a las operaciones llamadas antisubversivas: los distintos Cuerpos del Ejército, los comandos de Brigadas, los Regimientos o las Unidades Tácticas.
Más allá de que de esas órdenes surge claramente la importancia de la Subzona 11 y de las Áreas respectivas, también se han manifestado en este sentido los coimputados fallecidos que declararon en la causa, cuyas indagatorias se incorporaron por lectura al juicio, tanto como los testigos expertos en temas militares.
VEAMOS AHORA LA FUNCION DE LA SUBZONA 11 Y LAS ÁREAS SEGÚN LOS PROPIOS DICHOS DE LOS MILITARES
Como lo acabo de anticipar, contamos en la causa con los dichos de los propios jerarcas militares que fallecieron, contemporáneos en el comando a los imputados, y en algunos casos sus superiores. Más allá de que declararon en calidad de imputados y que en consecuencia, y como es lógico se pronunciaron tratando de minimizar su responsabilidad, lo cierto es que han explicado en detalle el funcionamiento de la estructura militar de la represión, desde la perspectiva de su encumbrada posición, de un modo coherente con lo que se desprende del análisis de la profusa documental, lo que, en este aspecto, torna verosímil ese aspecto de sus dichos.
Carlos Guillermo Suárez Mason, Comandante de la Zona I, manifestó que cuando asumió ese cargo en el año 1976 la división de Zonas y Subzonas ya estaba hecha. Explicó que la Zona era demasiado amplia y densamente poblada como para poder conducir centralizadamente, que entonces optó por la conducción descentralizada, transmitió la responsabilidad para conducir las operaciones, y les dio detalles a sus subalternos sobre cómo hacerlas. Las Subzonas, que en general coincidían con una Brigada o formación y que “constituían una subdivisión hecha y ordenada a los efectos de la lucha contra la subversión”, tenían la responsabilidad primaria de las operaciones, más allá de que informaran las operaciones y su coordinación y ellos a su vez tenían una cierta capacidad para descentralizar en lo que llamaban Áreas, porque las Subzonas estaban compuestas por áreas y cada uno resolvía dentro de su Subzona, según afirmó, este modus operandi con respecto a la capacidad que les dieran a las áreas. Expresó que los “Lugares de reunión de detenidos”, así los llamó, eran responsabilidad de las Subzonas pero que los Jefes de Áreas también debían conocer su existencia. También agregó que los Jefes de Subzona tenían a su cargo lo que hace al destino de los detenidos.
En cuanto a la coordinación dentro de la Zona dijo que existía el COTCE -Centro de Operaciones Tácticas del Cuerpo-, que es una organización que se utiliza para recibir información y transmitirla a las distintas unidades. Dijo que el Comando en Jefe lo organizó, que cada Zona tenía uno y que cada Subzona también, por lo menos un turno con alguien para recibir y transmitir lo que correspondiese y que funcionaba las 24 hs. del día. Además, había al menos reuniones periódicas cada 15 días con todos los Jefes de Subzona, en las que también participaban el Jefe de Operaciones del Cuerpo y el Jefe de Inteligencia del Cuerpo, en ocasiones.
Por otro lado, Suárez Mason también mencionó que toda vez que el Comando de la Brigada X estaba en Palermo y su jurisdicción era la Provincia. de Buenos Aires, debido a los inconvenientes que acarreaba la distancia el Comandante resolvió adelantar un puesto del COT al Regimiento 3 de Infantería (esto es de la declaración obrante en la causa 14.216).
Adolfo Sigwald, quien se desempeñó durante el año 1976 como Comandante de la Brigada de Infantería X, específicamente expresó que en el marco de la Lucha contra la Subversión fue Jefe de la Subzona 1.1, que el Segundo Comandante y Jefe del Estado Mayor de la Brigada y de la Subzona era Gamen y explicó como estaba dividida la Subzona y que jurisdicción abarcaba, aclarando que las Áreas estaban a cargo de los Jefes de las Unidades Tácticas, como son los Regimientos, entre los cuales nombró específicamente a Pascarelli, a cargo de Grupo de Artillería Uno con asiento en Ciudadela.
El nombrado hizo referencia en términos similares a las de los otros coimputados a las funciones de las Subzonas y de las Áreas. Así, afirmó que la Brigada operó contra la subversión durante todo el período en el que fue comandante, que las órdenes que impartía a tal fin iban dirigidas a cada Jefe de su Estado Mayor y a los Jefes de las unidades, y que todos los efectivos actuaron en forma rotativa. Agregó que “los blancos eran detectados por las Áreas, lo informaban al Comando de Subzona, el cual ordenaba o no su ejecución, salvo blancos de oportunidad los cuales se ejecutaban directamente y luego se informaba al Comando de Subzona”; afirmó también que después de una detención, los Jefes de Área podían hacer un primer interrogatorio y luego informaban al Comando de Subzona, que a su vez informaba al Comando de Zona.
Mencionó que en las Jefaturas de Unidades Tácticas existía un grupo de inteligencia y que por distintos medios le llegaban a las Unidades, Brigadas, Cuerpos, etc., informaciones sobre el “enemigo” y que los interrogatorios de los detenidos dentro de las áreas se trataban de hacer preferentemente por personal técnico o si no se podía se hacían con personal que tuviera algún conocimiento al respecto.
También dijo que el Estado Mayor de su Brigada estaba organizado en forma clásica y reglamentaria y que dentro de ésta estaba la División Inteligencia, como órgano de asesoramiento del Jefe de Estado Mayor –es decir Gamen-. Agregó que la policía estaba bajo control operacional y que determinadas Comisarías estaban a disposición de determinada Área, y explicó el concepto de Área liberada. En este sentido, afirmó que “si alguna otra fuerza armada o de seguridad, tenía necesidad de operar en jurisdicción que correspondía al suscripto, debía comunicarlo ya sea al Jefe de Área o al Comando de Subzona“, refirmando una vez más el alto grado de coordinación y control que existía entre las Subzonas y Áreas a los efectos de las llamadas “operaciones de seguridad” y la incumbencia operativa de las segundas.
Dicho control además, se manifestaba, según Sigwald, por los informes que las unidades de la Subzona debían pasarle obligatoriamente y por reuniones periódicas que se realizaban entre todos los jefes de las unidades a su cargo. Además, recordó que se realizaban reuniones 2 o 3 veces al mes en el Comando I Cuerpo con su Comandante, Suarez Mason, y en ellas los Jefes de Subzona informaban sobre la situación en su Subzona correspondiente (esto en las declaraciones obrantes en la causa 14.216 y en el Legajo de extradición de Suárez Mason).
Juan Bautista Sasiaiñ, se desempeñó como comandante de la Brigada de Infantería X en 1977 y 1978 y en ese carácter, al igual que Sigwald, fue el superior de Gamen. Expresó que durante ese período la Brigada, que tenía a su cargo la Subzona 1.1., realizó operaciones militares de seguridad y de contrainteligencia contra la subversión y aclaró que la Brigada tenía la responsabilidad primaria en la conducción y ejecución de las operaciones contra el terrorismo.
También expresó que tenía el control operacional sobre las fuerzas de seguridad y policiales de la jurisdicción, que se encontraban agregadas a las Jefaturas de las Áreas, aclarando que las Áreas en las que estaba subdividida la Subzona 1.1., estaban a cargo de los Jefes de las distintas unidades, a las que enumeró y entre las que estaba el Grupo de Artillería 1 de Ciudadela.
Manifestó que las directivas y órdenes implementadas por la Brigada, fueron de acuerdo a las impartidas por la superioridad, eran secretas y en muchas oportunidades verbales, y estaban orientadas a realizar una conducción centralizada y una ejecución descentralizada.
Asimismo, también hizo referencia a la creación en 1977 de la Central de Reunión de Información –CRI- como “Puesto de Comando Táctico” de la Brigada en el Regimiento de Infantería 3 de La Tablada. Esta Central de Reunión de Información, que concentraba la información de las Áreas, tenía un lugar para interrogatorio, reunión y análisis de material y documentación. La CRI era fiscalizada diariamente por el 2do Comandante –es decir Gamen- y operaba con personal del comando, particularmente por los integrantes de las Divisiones II y III (o sea Inteligencia y Operaciones), así como también con personal de las distintas Jefaturas de Áreas, específicamente, cuadros de Oficiales y Suboficiales de las distintas áreas componentes de la Subzona, que operaban y realizaban las tareas específicas de Inteligencia y Contrainteligencia.
Dijo que con la información de inteligencia podía ordenarle al área una determinada operación, pero además las Áreas obtenían información, producían su propia inteligencia, detectaban sus blancos y los ejecutaban. El Área completaba la inteligencia de la Subzona, realizaba el análisis de los elementos y remitía detenidos y materiales a la CRI para que se realizara un análisis más acabado.
Habló también del área liberada: dijo que toda unidad que quería operar en la SubZona debía pedir permiso; y se refirió a la existencia del COTCE.
Con respecto a los detenidos manifestó que éstos eran alojados en las instalaciones existentes al efecto en la CRI o en alguna de las Comisarías de la Subzona y que primero había un interrogatorio inicial a cargo del organismo que procedió a la detención y luego intervendría la CRI. Expresó que los Jefes de Área tenían libertad de acción para el lugar de detención que generalmente fueron las comisarías, excepto cuando se crea la CRI, donde eran llevados algunos detenidos.
Entre los Jefes y Oficiales del Cdo. de Brigada, Sasiaiñ recordó a Gamen, como 2do Comandante, a Luque y Crespi, quienes se desempeñaron como Jefes de Inteligencia (G2) y a Duran Sáenz, quien fue auxiliar de la División Inteligencia (declaraciones de la causa 14.216 y del sumario del Juzgado de Instrucción Militar 29).
José Montes quien fue Comandante de la Subzona Capital Federal desde enero a diciembre del 77, manifestó que del Comandante de esa Subzona dependía el Segundo Comandante y Jefe del Estado Mayor, de él las distintas Áreas y sus Jefes los que, afirmó “integraban la cadena de mandos”. El nombrado fue claro al afirmar “Yo impartía las órdenes y el Segundo Comandante las hacía ejecutar por medio de las áreas”. Expresó que la Zona I estaba organizada mediante una orden escrita del Comandante del Cuerpo, pero también de hecho.
Afirmó que la Subzona Capital Federal realizaba operaciones de seguridad con elementos de magnitud de compañía o equivalentes con asiento en la Capital Federal puestos a disposición y reconoció también que existía un COTCE – ya dijimos qué significaba- cuya misión era coordinar las operaciones de seguridad que se desarrollaban a nivel zona y de las que tenían conocimiento la Subzona y las Jefaturas de Área. En verdad, dijo que toda gran unidad de batalla o unidad de combate tenía su COT. También dijo que el organismo de inteligencia que operaba en cada Área es el que le corresponde por organización a cada unidad táctica, porque cada unidad táctica – por ejemplo un Regimiento- tiene en su plana Mayor una Sección Inteligencia, compuesta por un oficial subalterno y 3 o 4 suboficiales, que son los encargados de recibir por distintos conductos información existente sobre el enemigo dentro del Área.
Con respecto a la determinación de los blancos dijo que a veces podían surgir de información proveniente de las Áreas u otras veces de la Subzona o venir directamente impuestos por el Comandante de la Zona. Por último también hizo referencia al Destacamento de Inteligencia 101 que tenía su asiento en La Plata y que por resolución del Comandante de Cuerpo fue puesto en apoyo de la Brigada X de Infantería, Subzona 11 (declaración de la causa 14.216 y Legajo de extradición de Suárez Mason).
Roberto Leopoldo Roualdes, quien fue 2do. Comandante de la Subzona Capital Federal desde agosto de 1976 hasta agosto de 1978 y manifestó en relación a cómo se asignaba responsabilidad que “el Comandante [de la Subzona] ejerce a lo largo de una cadena de mandos perfectamente bien determinada qué es lo que hay que hacer y qué es lo que ordena. A través de ella, el Comandante de la Subzona Capital Federal también hace responsables a sus elementos componentes” esto es a los Jefes de Áreas.
Con relación a la coordinación para realizar operaciones, Roualdés también hizo referencia al funcionamiento del COTCE desde donde se comandaban las operaciones en desarrollo, a nivel del Cuerpo del Ejército y que a medida que se producían novedades se bajaban a cada Subzona e incluso al Área. Dijo que el Jefe de Área “era un elemento que dominaba la territorialidad, sabía dónde estaba cada cosa, tenía su carta de situación, pinchaba los objetivos…”. Esto, sin duda marca todo un sistema de coordinación entre la Subzona y las Áreas y la importancia del espacio geográfico a cargo de las Áreas.
Si esto era aplicable a la Subzona Capital Federal con mayor razón esta situación se replicaba en el territorio de la Provincia de Buenos Aires donde el Comando de Subzona se encontraba geográficamente más alejado del lugar de las operaciones (declaración de la causa 14.216).
Antonino Fichera, quien fue el sucesor de Pascarelli al asumir el Comando del Grupo de Artillera Mecanizada 1 de Ciudadela desde el mes de diciembre de 1976 hasta el mes de febrero de 1979, manifestó que tenía bajo su jurisdicción el Área 114 que comprendía el Partido de la Matanza y en un primer período el Partido de Cañuelas y luego el Partido de Marcos Paz. Dijo que el Área dependía de la Subzona 1.1., a cargo del Comando de la Brigada de Infantería X. Las órdenes e instrucciones que recibía provenían de acuerdo a la “cadena natural de mandos”, es decir, que del Comando de la Zona pasaban al Jefe de la Subzona –Jefatura de la X Brigada de Infantería-, quien se las impartía al Jefe del Área.
Expresó que en su carácter de Jefe de Área estaba cargo de la realización de operativos militares y de seguridad que se hacían en su jurisdicción, en los que tomaban parte efectivos orgánicos de la unidad a su cargo. Dijo que no existía diferencia entre los operativos militares y de seguridad.
Con respecto a los detenidos en los operativos, manifestó que estos eran llevados a la comisaría más cercana —tratando de negar así la existencia del centro Vesubio-, dónde quedaban a disposición de la Jefatura del Área, lo que era comunicado a la Jefatura de la Subzona y Comando de Zona, hasta que la Subzona se hacía cargo. Aclaró que la Policía de la Provincia estaba bajo control operacional. Dependían del Área 114 las cuatro seccionales existentes en la Matanza, sus subdependencias y la Seccional de Cañuelas.
En forma concordante con lo que había dicho Sasiaiñ, en cuanto al vínculo que existía entre la Jefatura de la Subzona y del Área, Fichera también expresó que en algunas ocasiones Sasiaiñ, en su carácter de Comandante de la Brigada de Infantería X, concurrió a la unidad de Ciudadela.
Fichera hizo referencia a Jorge Ismael Sandoval, aclarando que fue destinado por la jefatura de la Policía de la Provincia como “oficial de enlace” con la Unidad y que se encargaba de coordinar con el personal policial la utilización de vehículos y personal que fueran necesarios para la ejecución de los operativos mencionados (declaración del Legajo de prueba nro. 679).
Franco Luque, quien se desempeñó en la Brigada de Infantería X como G2, específicamente como Jefe de Inteligencia de la Brigada, manifestó que su función era de asesoramiento y consistía en asesorar al Jefe de Estado Mayor, Gamen, en todo lo que hace al área de inteligencia, para lo cual contaba con auxiliares, jefes, suboficiales y otras personas. Manifestó que al no poder controlar desde los cuarteles de Palermo la jurisdicción asignada a la Brigada X, el Comandante resolvió adelantar un Centro de Reunión de Inteligencia, llamada CRI, a las instalaciones de la enfermería del Regimiento 3 de Infantería a efectos de poder obtener información de inteligencia en el lugar de los hechos. Manifestó que la información se obtenía de los Jefes de Área o de cualquier organismo. Refirió que se preparaba la inteligencia, se le presentaba al Jefe del Estado Mayor –es decir a Gamen- que concurría todos los días y decidía a qué área se le mandaba la información, que en definitiva eran las unidades ejecutoras, porque ellos como miembros del Estado Mayor no tenían personal y no eran unidad ejecutora. Además de personal de inteligencia en la CRI había también personal de operaciones.
Los detenidos eran llevados a la CRI, donde eran interrogados por personal del 601, que se encontraban preparados para interrogar, y luego el Comandante de la Brigada ordenaba su destino. Aclaró que el que decidía la intervención del personal del 601 para los interrogatorios era su jefe Gamen. La seguridad de la CRI era brindada por personal del Servicio Penitenciario Federal que hacía turnos de 24 por 48 hs. Cabe mencionar que Luque manifestó que conocía a Elena Alfaro y que la nombrada estuvo detenida unos días en la CRI (declaración de la causa 14.216).
Asimismo obran agregados a la causa los legajos personales y los informes del Ejército de donde surgen los grados y destinos de los coimputados citados, así como las partidas de defunción respectivas.
Por otro lado, también contamos con declaraciones del personal de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que dan cuenta acerca de las divisiones en Zonas, Subzonas y Áreas y la dependencia de la policía de la Pcia. de Buenos Aires. Estas declaraciones obran en el Legajo de prueba 679 de la causa 450 en el que se investigó la existencia de un centro clandestino conocido como Sheraton, que funcionaba en la Comisaría de Villa Insuperable, dependiente de la Seccional 3ª de La Matanza que dependía del Área Militar 114.
Jorge Ismael Sandoval se desempeñaba en la Policía de la Pcia. de Buenos Aires y entre 1976 y 1978 fue destinado como oficial de enlace de la U. Reg de Morón a la unidad militar de Ciudadela -el Grupo de Artillería 1-. Manifestó que mientras estuvo asignado al Área 114 su función era hacer el pedido de patrulleros y personal policial para los operativos de control de ruta e identificación de personas que estaban a cargo de la unidad militar, en los que participaba en algunas oportunidades.
Asimismo, manifestó que otra de las funciones que tenía en la Unidad Militar era la de atender las denuncias sobre desaparición de personas y realizar las averiguaciones en las comisarías de la jurisdicción para ver si estas personas estaban detenidas en alguna seccional policial. Sandoval, quien tenía su asiento en el cuartel, aclaró que en la Unidad Militar había una Oficina de Inteligencia, junto con otra de operaciones y otra de personal, que estaban a cargo de distintos oficiales del regimiento que iban rotando.
Felipe Antonio D’Adamo, se desempeñó como Comisario a cargo de la Seccional 2da de la Matanza, Ramos Mejía, desde enero hasta julio del 76 y a partir de esa fecha fue destinado como Comisario a la Seccional 1ra de San Justo, también Partido de la Matanza. Manifestó el declarante que dependían de la Unidad Regional de Morón y que la Policía de la Provincia de Buenos Aires y el Servicio Penitenciario quedaron bajo la dependencia operacional de las fuerzas armadas en todo aquello que se relacionara con la lucha antisubversiva y por ello se debía dar comunicación a la autoridad militar más cercana a la dependencia policial ante una detención o cualquier hecho de connotación subversiva.
Luego del 24 de marzo esa dependencia se volvió más concreta con la presencia física de oficiales del ejército que daban órdenes que debían ser cumplidas de inmediato. Las órdenes podían consistir en mantener a una persona detenida por personal militar en la comisaría, en un sector separado al resto de los detenidos por la policía.
Refirió que cuando estuvo en la Seccional de Ramos Mejía dispuso de un calabozo destinado exclusivamente para los detenidos que traía el personal militar.
También aclaró que la autoridad militar no especificaba si se trataba de detenidos a disposición del RIM, o sea Regimiento de Infantería de La Tablada o del Regimiento de Artillería de Ciudadela, que eran las únicas unidades del ejército que tenían el control y actividad en toda la zona de La Matanza.
D’ Adamo aclaró que la jurisdicción estaba dividida en áreas y subáreas y que Ramos Mejía dependía de la subzona (decía subárea pero se leyó subzona) del Rl3 de La Tablada, mientras que cuando se trasladó a San Justo, dependía del Regimiento de Artillería de Ciudadela, aclarando que en 1976 su Jefe era el Coronel Pascarelli.
El declarante también expresó que cuando se realizaba en la zona algún operativo por parte de otra fuerza, se debía solicitar ‘área libre’ a la Jefatura de Área, que mientras estuvo en San Justo era justamente el cuartel de Ciudadela, el que a su vez comunicaba la existencia de ‘área libre’ a las dependencias policiales indicándole qué fuerza iba a operar, etc.
También refirió que había oficiales de enlace entre la unidad militar de cada Zona o Área y las dependencias policiales.
Juan Alfredo Battafarano, Jefe de la Subcomisaría de Villa Insuperable, Partido de La Matanza en 1977, refirió que cuando se hizo cargo de la dependencia, la Unidad Regional de Morón de la que dependía le informó que todos los calabozos de la Seccional habían sido cedidos a la autoridad militar, motivo por el cual los detenidos como consecuencia de los procedimientos policiales habituales debían ser alojados en otra comisaría.
Manifestó que esta situación venía desde tiempo antes a que tomara posesión del cargo y que se prolongó hasta parte de 1978 y que ellos no tenían control ni acceso a lo que sucedía en los calabozos, en los que permanentemente había personal militar que muchas veces estaba vestido de civil y utilizaba vehículos sin identificación. El declarante expresó que aunque no sabía concretamente a qué unidad militar pertenecían estas personas, sí podía afirmar que la Subcomisaría de Villa insuperable dependía del Área Militar 114 que estaba a cargo del Regimiento de Artillería con asiento en Ciudadela, aclarando que en dos o tres oportunidades se había reunido con el Coronel Fichera, en ese entonces Jefe de dicho Regimiento.
Expresó que recordaba a Jorge Sandoval como un Oficial de la institución que durante 1977 y 1978 ocasionalmente concurría a la comisaría para tratar con el personal militar que estaba ahí. Algunas veces habló con Fichera en la sede del regimiento.
Por otro lado, también declaró durante el debate Horacio Ballester, Coronel retirado del Ejército, quien explicó que en esa época se impuso en la Argentina, así como en el resto de los países de América, y específicamente en el ámbito militar la Doctrina de la Seguridad Nacional que venía sostenida por la Junta Interamericana de Defensa. En síntesis la Doctrina de la Seguridad Nacional establecía que había una sola hipótesis de guerra en el continente: y era oriente contra occidente. Por ello, la misión de las Fuerzas Armadas era mantener el orden en el país combatiendo la infiltración comunista y el desorden social imperante, aunque aclaró Ballester esto después fue incluso tergiversado para defender otros intereses. Cabe señalar que sobre esta doctrina obra agregado a fs. 11681/99 de la causa 14.216 el informe del Centro de Militares para la Democracia Argentina –CEMIDA-.
Agregó el testigo que junto con esta Doctrina de la Seguridad Nacional, Argentina trajo de Francia la doctrina de guerra antisubversiva que habían utilizado para las guerras coloniales en Indochina y Argelia. Esta doctrina militar se basaba en el control de la población y a tal fin fueron ellos los que establecieron la división del territorio en zonas de defensa, que a su vez se dividen en subzonas, áreas y subáreas y así sucesivamente hasta el ‘pueblito más chico que pueda existir’ de modo que toda la población pueda estar controlada.
Ballester manifestó que esta doctrina se adaptó rápidamente en la Argentina y cada comando de cuerpo se convirtió en un comando de zona, que a su vez se dividió en subzonas bajo las órdenes de una Brigada y luego en áreas. El Comandante de la Brigada, era a su vez, el Comandante de la Subzona.
Con respecto a la función de las áreas, específicamente aclaró que cada Jefe de Área era responsable de todo lo que ocurría en su territorio y que incluso la policía y las fuerzas de seguridad estaban subordinadas a la Jefatura de Área a los fines de la Lucha Contra la Subversión.
En definitiva, conforme expresó Ballester todos los niveles de control, es decir zona, subzona y área tenían que cumplir con la misión impuesta por la Doctrina de la Seguridad Nacional, es decir mantener el orden en su área combatiendo a la subversión comunista. Concretamente, entonces, todos los responsables en sus respectivas jurisdicciones intervinieron en la denominada Lucha Contra la Subversión.
A su vez, Ballester también hizo referencia a las centrales de reunión de inteligencia, típicas de toda organización militar, que eran los lugares en los que, en los diferentes escalones de comando, se reunía la información y se establecía la inteligencia sobre esa información. Cada nivel tenía que usufructuar la inteligencia de su zona y pasarla a su superior. Agregó que en el caso del Vesubio, que estaba en la Subzona de la Brigada X de Infantería, la información de inteligencia que se podía obtener en el lugar debía confluir en el Comando de la Brigada X.
Asimismo, Ballester describió en detalles cuales eran las unidades que integraban lo que podemos denominar como una “Brigada tipo” y específicamente las unidades que integraban la Brigada de Infantería X, toda vez que él fue Jefe del Regimiento de Infantería 3 de La Tablada entre 1965 y 1967. Así, dijo que toda Brigada estaba compuesta por tres batallones de infantería, que en este caso eran el RIM3 de La Tablada, el 6 de Mercedes y el 7 de La Plata, un grupo de Artillería que era el de Ciudadela, el Batallón Logístico X que estaba en Villa Martelli, el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada que estaba en La Tablada, la Compañía de Ingenieros X que estaba en Campo de Mayo y la Compañía de Comunicaciones X que estaba en Buenos Aires, en Palermo.
Por otra parte, José Luis D’Andrea Mohr, concordantemente con todo lo expuesto, explicó la función de las Áreas; afirmó que los requerimientos de detención eran aprobados por el “Centro de Operaciones Táctico del Estado Mayor, cursando a la Zona correspondiente y ésta disponía que la Subzona y el Área prestaran colaboración o ejecutaran la tarea” –esta declaración está incorporada por lectura-. En su libro “Memoria DeVida” incorporado al debate, explicita y delimita las jurisdicciones de las Zonas, Subzonas y Áreas.
En sentido similar, en la causa 44 que se le siguió a Ramón Camps se tuvo por acreditada la división en Zonas, Subzonas y Áreas y que dichas jefaturas respectivas impartían órdenes a la policía a los fines de la lucha contra la subversión, dado que las Comisarías estaban bajo control operacional de esos comandos, y que incluso en muchos casos el personal policial acompañaba al personal militar en los operativos. Se explicita allí que cada Área militar tenía en su jurisdicción varias dependencias policiales las que estaban subordinadas en la faz operacional (confrontar los capítulos. IV, V y VI de esta sentencia).
Finalmente, en dicha sentencia se hace referencia a un “Acta Acuerdo” suscripta por el Jefe de Policía Coronel Camps, y el Comando de la Subzona Capital federal en marzo de 1977, de la que se desprende en sus arts. 5to y 7mo que la Dirección de Seguridad de la policía de la Porvincia de Buenos Aires para operar contra los llamados “delincuentes subversivos” debía actuar a través del área militar que correspondiera. A la inversa, la Dirección General de Investigaciones podía hacerlo directamente.
Adviértan entonces que aún en el caso del todopoderoso Cnel. Ramón Camps, jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires, y de su inmediateo subordinado directo, el también todopoderoso Crio. Miguel Etchecolatz –el Director de Investigaciones-, sólo este último podía operar sorteando el Área, no así el personal de la Dirección de Seguridad (es decir las Unidades Policiales de la Provincia de Buenos Aires). Y que tal excepción, para sortearlo, a esa regla de la estratificación de la represión quedó explícitamente documentada.
En definitiva de las distintas declaraciones recién detalladas, que fueron concordantes con lo que surgía de los reglamentos militares antes citados, surge claramente el sistema de división en Zonas, Subzonas y Áreas y las respectivas e importantes funciones que cada uno de estos subsistemas cumplía.
Veamos ahora, algo sobre la delimitación de las Zonas, Subzonas y Áreas
Si bien bien desde el inicio de las investigaciones por crímenes de lesa humanidad nos fue, o fue imposible ubicar un documento militar donde se ordenara el trazado de Zonas, Subzonas y Áreas por la destrucción de las órdenes operacionales respectivas, conforme surge del informe fs. 10570 de la causa 14.216, lo cierto es que de la totalidad de la prueba del debate puede afirmarse que existen pruebas contundentes sobre esta delimitación, concretamente a lo que nosotros nos interesa referente a la Subzona 11 y al Área 114 que son los que están en este juicio.
Así, quedó probado que las Áreas integrantes de la Subzona estaban delimitadas por las divisiones de los correspondientes Partidos del Gran Buenos Aires que conformaban la SubZona, que incluían sus respectivas Seccionales Policiales. Esta superposición de la territorialidad de las Áreas con los Partidos ya delimitados y sus correspondientes jurisdicciones policiales resulta lógica a todas luces si se tiene en cuenta la coordinación que debía existir entre las Áreas y las Seccionales de la policía.
El entonces comandante del Cuerpo I, Suárez Mason reconoció dicha división y específicamente los responsables de la Subzona 11 en distintos períodos, así como también los otros militares citados confirmaron las funciones y responsabilidad de la Subzona, que utilizaban la descentralización en Áreas, e incluso describieron cuáles eran aquellas y en qué unidad militar estaba la sede de esa Jefatura de Área, coincidiendo todo con lo testimoniado por Ballester y D’Andrea Mohr y los libros que se han dedicado a estudiar la materia, que ya citamos.
En síntesis, así como las Zonas estaban a cargo de cada uno de los Comandos de Ejército -en un total de 5 contando lo que fue el Comando de Institutos-, las Subzonas estaban a cargo de una Brigada, en nuestro caso de la Subzona 11, de la Brigada de Infantería X y las Aéreas estaban a cargo de los regimientos militares o unidades tácticas ubicadas en la jurisdicción y que dependían orgánicamente de la Brigada. Concretamente, como ya dijimos, el Área 114 se encontraba bajo el Comando del Grupo de Artillería Mecanizada 1 ubicado en Ciudadela.
Así, tanto Sigwald, como Sasiaiñ confirmaron que como Comandantes de la Brigada X fueron los responsables de la Subzona 11 y nombraron específicamente al Grupo de Artillería Uno de Ciudadela, a cargo de Pascarelli en 76, como una de las cabezas de Área. También Fichera hizo referencia a la Brigada como Jefatura de Zona y al Grupo de Artillería 1 como Jefe del Área 114. Cabe recordar entonces que de los propios reglamentos ya surgía que la Subzona 11 estaba a cargo de la Brigada X.
Por otra parte, como se explicará más adelante los mismos imputados Gamen y Pascarelli, en sus correspondientes indagatorias, confirmaron no solo la existencia de estas divisiones territoriales a los efectos de la llamada lucha contra la subversión, sino también a quien le correspondía la Jefatura de la Subzona 11 y del Área 114, tal como lo venimos sosteniendo hasta aquí.
Esta división en Subzonas y Áreas formaba parte del esquema de descentralización operativa creado para la lucha contra la subversión, teniendo los Jefes de cada una de las Subzonas y Áreas correspondientes, el conocimiento y el control de las actividades que, con ese objetivo, se llevaban a cabo dentro del ámbito territorial bajo su jurisdicción.
La conducción era centralizada y la ejecución era descentralizada, de acuerdo a lo que surge de las directivas y los reglamentos.
Asimismo, también está probado que tanto la Brigada, como responsable de la Subzona, como también la Jefatura del Área cumplían claras funciones operativas. Esto, además de surgir de los reglamentos también lo dijeron Suárez Mason, Sigwald y Sasiaiñ cuando hablaron de las operaciones que tenían a cargo la Brigada y el Área respectivamente, para lo cual contaban obviamente con el personal de las correspondientes unidades a su cargo. Los Jefes de Subzona tenían la responsabilidad primaria de la conducción y ejecución de las operaciones a realizarse en el marco de la llamada Lucha Contra la Subversión, y las Áreas también cumplían sus funciones operativas detectando y ejecutando blancos, realizando detenciones e inclusive interrogatorios.
En este mismo sentido, también quedó demostrado por las indagatorias de los coimputados, y las restantes declaraciones y la documental que ya analizamos, el control operacional que las Jefaturas de Área tenían sobre las fuerzas de seguridad y policiales de la jurisdicción.
También quedó probada la clara relación de interacción —claro que simpre jerárquicamente—, que existía entre las Subzonas y las Áreas que la conformaban. Las segundas estaban bajo la dependencia de las primeras, integrando el escalón inmediatamente inferior de la cadena de comando. El comando de la Subzona le daba órdenes y a su vez debía controlar el desempeño del comando del Área y por su parte, el comando del Área debía periódicamente informar a la Subzona todo lo que ocurría en su jurisdicción, y en el caso de las operaciones y blancos a ejecutar, obviamente, debía informar de inmediato los resultados obtenidos.
A tal fin, se hacían reuniones periódicas entre la Subzona y todos los jefes de las unidades a su cargo con todos los jefes, conforme surgió de las distintas declaraciones.
La Subzona se nutría del Área. De hecho la Subzona 1.1 abarcaba un territorio muy grande, que estaba dividido en varias Áreas, con lo cual evidentemente eran éstas, las que por estar emplazadas directamente en el territorio, conocían y dominaban su jurisdicción. La Subzona necesariamente debía contar y apoyarse en las Áreas para llevar a cabo sus funciones en el marco de la llamada Lucha Contra la Subversión.
Las Áreas revestían una trascendencia capital puesto que era el escalón de contacto directo con la población y de control también directo del territorio. Esa reticulación territorial y jerarquización del mando de la represión fue el pilar del control total de la población en el territorio durante el terrorismo de Estado.
Entre las funciones de las Áreas también estaba específicamente la de cumplir tareas de inteligencia. Las Áreas a través de su órgano de inteligencia debían reunir, clasificar y analizar la información obtenida de la jurisdicción y una vez efectuado esto, informar a la Subzona sobre la situación existente en su territorio. Recordemos además que las Comisarías estaban bajo control operacional del ejército, y específicamente bajo el control del Comando del Área, en la que estaban emplazadas, lo cual evidentemente constituía una fuente fundamental de información de inteligencia.
Justamente, también como una derivación de las tarea de inteligencia que realizaban, las Áreas tenían a su cargo la determinación de los blancos subversivos y la ejecución de blancos previamente establecidos en base a la información que se obtenía, seguido de la correspondiente detención en los lugares destinados a tal fin hasta tanto las autoridades superiores resolvieran acerca del estino.
Por su parte, la Subzona, además de las funciones específicamente operativas que tenía, también contaba con su división de inteligencia que, en su nivel, se encargaba de la reunión y análisis de la información obtenida -para lo cual además contaba con otras fuentes distintas del Área-, y de la consecuente determinación de los blancos, decidiendo quién se encargaría de su ejecución.
Por otro lado, teniendo en cuenta las manifestaciones relativas al funcionamiento del COTCE y del COT correspondiente a cada Subzona, es evidente la coordinación que también existía en este sentido entre la Subzona y las Áreas entre sí. Justamente por el hecho de que cada Comando de Área era responsable de lo que sucedía en su jurisdicción, era necesaria esta coordinación para todos los casos en los que personal perteneciente a otras Subzonas o Áreas tuviera que realizar un procedimiento en su territorio. Previendo justamente esta situación se había regulado el esquema para solicitar y contar con lo que se denominó “área liberada”, que evidentemente requería de una importante coordinación, no solo entre la Subzona y sus unidades dependientes cabeza de Áreas, sino además entre las distintas Subzonas.
Al respecto, debe señalarse que en la causa 13/84 se citaron numerosos testimonios de militares que explicaron el significado del término “área libre”, refiriendo que se le avisaba a la policía que no interfiriera en operaciones que se llevaban a cabo en esa área, incluso se manifiesta en esa sentencia que el propio general Viola sostuvo que en determinadas circunstancias cuando se preveían enfrentamientos se utilizaba esa expresión a efectos de que los distintos elementos de las fuerzas no perturbasen su acción entre sí. El establecimiento del “Área liberada” tenía por finalidad no sólo la falta de interferencia policial, sino incluso resultaba un modo de evitar el choque entre distintos grupos de las Fuerzas Armadas.
Vemos pues, de acuerdo a todas las pruebas que hasta aquí venimos citando, cómo esta división territorial repercutía directamente en el funcionamiento de la estructura y el sistema implementado y, en consecuencia, más allá de los restantes elementos probatorios que citaremos a continuación y que van a confirmar esto, se encuentra probada la dependencia del centro clandestino Vesubio de la Subzona 11 y del Área 114 en cuya jurisdicción estaba emplazado. Nadie podía tener en su territorio un centro clandestino sin su conocimiento y su control.
VEAMOS AHORA LOS COMANDO DE OPERACIONES TÁCTICO Y LA CENTRAL DE REUNIÓN DE OPERACIÓN (decía COT y CRI)
Al hacer referencia a la Brigada y a las funciones de inteligencia que cumplía, corresponde entonces analizar lo que fue la Central de Reunión de Inteligencia o de Información -CRI-, como un desprendimiento del COT de la Brigada de Infantería X.
La CRI, fue creada a principios del año 1977, siendo una dependencia de la Brigada X establecida especialmente para cumplir las funciones de inteligencia, vinculadas con las funciones operativas, en la Subzona 11 en el marco de la llamada Lucha Contra la Subversión.
Consecuentemente cuando hablamos de la CRI, hablamos a la vez, de la Brigada, y para sustentar esta afirmación recurriremos a los dichos de los jefes de esa gran unidad de batalla, y a los de los subalternos que también declararon, siempre tratando de salvar su responsabilidad, respecto de las funciones de la CRI y de la Brigada, y de la Subzona.
Asimismo, teniendo en cuenta que ya analizamos las funciones de la Subzona 1.1. y del Área 114 y la consecuente dependencia del CCD Vesubio en esta estructura, debemos analizar el rol que cumplió específicamente la CRI en relación con el funcionamiento del Vesubio.
A tal fin podemos recordar que varios de los coimputados fallecidos antes citados hicieron referencia a la creación de la CRI.
Surgió de las manifestaciones efectuadas por Suárez Mason, y principalmente por las de Sasiaiñ, quien como Comandante de la Brigada de Infantería X en 1977 fue quien ordenó su creación; y las de Luque, quien se desempeñó como Jefe de Inteligencia de la Brigada. Dijeron que a partir del año 1977, en virtud de que el Cdo. de Brigada se encontraba en los cuarteles de Palermo muy distante y fuera de la jurisdicción operacional, buscando mayor eficacia y mayor control y mayor contacto con las fuerzas que operaban en la jurisdicción, la Brigada decidió adelantar un “Puesto de Comando Táctico” a un lugar central del sector más comprometido de la Subzona. Conforme afirmaron, de esta forma podrían obtener información de inteligencia en el lugar de los hechos. Así, se adelantó al Regimiento de Infantería 3 de la Tablada –concretamente en instalaciones de la enfermería- la Central de Reunión de Información.
De acuerdo a lo manifestado por Sasiaiñ y Luque, la CRI concentraba la información de inteligencia de las Áreas y ahí se efectuaba la reunión y análisis de material y documentación, así como contaba con un lugar para el alojamiento de detenidos, en el que se efectuaban interrogatorios. También aclararon que la CRI operaba con personal del comando, particularmente por los integrantes de las Divisiones II y III (Inteligencia y Operaciones), así como también con personal de las distintas Jefaturas de las Áreas y que el lugar contaba además con personal del SPF para darle seguridad, aproximadamente 40 personas.
Los dos coincidieron en la presencia e injerencia de Gamen en el funcionamiento de la CRI.
Además de los testimonios anteriormente citados, tenemos las manifestaciones de otros integrantes del Ejército, específicamente personal en aquel entonces de la Brigada de Infantería X, así como algunos integrantes del Servicio Penitenciario Federal que declararon sobre las funciones de la Brigada X en el marco de la Lucha Contra la Subversión y dieron cuenta de la existencia y funcionamiento de la CRI, en los mismos términos que lo hicieron Sasiaiñ y Luque.
Cabe señalar que estos testimonios fueron brindados en el marco del Sumario Instruido por el Juzgado de Instrucción Militar 29 caratulado “Supuesta existencia de un centro clandestino de detención de subversivos en jurisdicción de la Brigada de Infantería X”, iniciado el 3/02/1984 a pedido de Juan Bautista Sasiaiñ. Tal como lo aclaré al citar las declaraciones de los coimputados, también en estos casos los testimonios deben ser valorados teniendo en cuenta que se trata de personas que podrían ser involucradas en los hechos juzgados, y por ello se encargaron de no comprometer su responsabilidad. Sin perjuicio de ello existen coincidencias con la restante prueba reunida, en lo que hace al funcionamiento de la estructura en análisis y por tal motivo sus dichos resultan sumamente útiles en este sentido.
Como lo analizaremos más adelante, cuando hagamos específica referencia a los dichos de los imputados en este sumario, quedó claro que existió un acuerdo entre todos ellos y con sus superiores, promotores de ese montaje administrativo, sobre qué y cuánto declarar en sus testimonios calcados, con asidero parcial en la realidad, pero amañados para intentar liberar y diluir la responsabilidad de los involucrados en los hechos que hoy se juzgan.
Es justamente nuestra tarea unir esos testimonios con la demás prueba que proviene de fuentes verdaderamente confiables, y analizarla a los fines de concluir cuáles eran las funciones de la Brigada; cuáles las de la CRI, y su injerencia en el funcionamiento del centro clandestino El Vesubio.
Así, se hallan las declaraciones de Ernesto Jorge Alvarez, quien se desempeñó en 1978 y 1979 como Segundo Comandante y Jefe del Estado Mayor de la Brigada X –es decir fue el sucesor de Gamen-, de Héctor Arnaldo Acosta Voegeli, quien fue Jefe de la División Operaciones en el 77 y 78, de Fernando Marcelo Zárraga, quien fue Jefe de la Sección Planes de la División Operaciones en 1978, de Blas Cerda, quien fue Auxiliar de la División Operaciones en el 78, de Tiburcio Marcelino Rivas, quien ocupó el cargo de Jefe de la Sección Educación y Comunicación Social en la División Operaciones de la Brigada y de Omar Luján Barreda, quien prestó servicios en el puesto de Oficial Logístico (S4) de la Brigada X en el 77 y en el 78.
Cabe señalar que obran agregados a la causa los Legajos personales del Ejército de los nombrados de donde surgen sus respectivos grados y sus destinos.
Todos afirmaron que en el marco de la Lucha Contra la Subversión, la Brigada realizó operaciones militares, de seguridad, de inteligencia y contrainteligencia, consistentes en la búsqueda y detención de presuntos terroristas. Las operaciones eran llevadas a cabo por efectivos orgánicos de las Unidades dependientes de la Brigada.
Sobre las operaciones de inteligencia expresaron que éstas eran llevadas a cabo por el sector de inteligencia –División Inteligencia del Comando- y que todo lo realizado en el marco de las operaciones fue de acuerdo con las directivas y órdenes de los mandos superiores, concretamente del Comando en Jefe del Ejército, del Comando del Primer Cuerpo y del Comando de la Brigada X.
Alvarez y Acosta Voegeli agregaron que en las operaciones de inteligencia se empleaba vestuario y vehículos adecuados a las circunstancias y provistos por la institución.
Todos especificaron que la Brigada comprendía un gran número de partidos de la PBA –específicamente en el sector sur y oeste del GBA- y que las fuerzas policiales de la jurisdicción y el SPF estaban bajo control operacional. Al respecto Rivas especificó que el área de responsabilidad de la Brigada era la Subzona 11 y aclaró que las comisarías de la jurisdicción estaban bajo el control operacional de los Jefes de Áreas.
En relación con la CRI, Alvarez, Acosta Voegeli y Rivas afirmaron en términos similares que existía un puesto principal del comando de la Brigada que tenía su asiento en Palermo, pero que por razones de una mejor eficiencia operacional, en virtud de que el Comando de la Brigada estaba desplazado geográficamente del asiento físico de las Unidades dependientes, se había dispuesto que la División 2 Inteligencia tuviera un puesto adelantado, llamado Central de Reunión de Información, en las instalaciones de la enfermería de los cuarteles del Regimiento de Infantería 3 de La Tablada. Álvarez y Zarraga aclararon que la CRI funcionaba ahí por tratarse de una zona central dentro de la jurisdicción y del dispositivo de despliegue de la Brigada, lo cual permitía una rápida reunión de información y una mejor coordinación de las acciones entre las diferentes unidades.
Alvarez, Acosta Voegeli, Rivas, Zarraga y Barreda coincidieron en cuanto a que los responsables de la CRI eran el Comandante de la Brigada, el Segundo Comandante –es decir Gamen- y el Jefe de la Division 2 de Inteligencia –que en 1977 era Luque-.
En cuanto a la existencia y funcionamiento de la CRI en el Regimiento de Infantería 3 de la Tablada, Blas Cerda y Barreda se expresaron en los mismos términos.
Por su parte, Alvarez, Blas Cerda y Barreda (decía Zarraga pero se leyó Barreda) hicieron referencia a las tareas que se desarrollaban en la CRI, que eran fundamentalmente de inteligencia, realizadas por personal especializado, aclarando que entre estas tareas estaba la de interrogar detenidos y evaluar sus respuestas y análisis de material, armas y documentación secuestrada, así como también le agregó Alvarez que existía una sala de situación en la que se volcaba diariamente el registro del accionar y resultado de las operaciones realizadas. A su vez, Zarraga manifestó que para cumplir las funciones que tenía a cargo en la División Operaciones, que consistían justamente en planificar las operaciones a desarrollar, debió utilizar en muchas oportunidades la información proveniente de inteligencia.
Alvarez y Acosta Voegeli manifestaron que en el marco de las operaciones militares, que estaban bajo la responsabilidad de este último, se realizaron detenciones y enfrentamientos. Los detenidos eran llevados y podían ser interrogados en la Comisaría, y con tal fin se solicitaba la presencia de personal de inteligencia de la Brigada, y, de acuerdo a la importancia del detenido, o de ser necesario, también podían ser llevados directamente a la CRI. En el mismo sentido, se expresaron Rivas, Blas Cerda y Barreda quienes reconocieron que además en las comisarías podían llevarse detenidos a la CRI. Zarraga también manifestó haber visto personas detenidas en la CRI.
Asimismo, Alvarez, Rivas, Zarraga, Blas Cerda y Barreda afirmaron que la CRI tenía asignado personal del Servicio Penitenciario Federal subordinado al Comando, aproximadamente entre 30 y 40 personas, para su vigilancia y seguridad.
Por otro lado, también declararon en el mismo sumario, varios integrantes del Servicio Penitenciario Federal que cumplieron funciones de custodia de la CRI.
José Alberto Hirschfeldt, manifestó que prestó servicios en comisión para el Ejército desde el 77 hasta el 78, y que fue Jefe de la custodia del edificio de la CRI del Comando de la Brigada X que funcionaba en el RIM3 de la Tablada. Aclaró que como Jefe de custodia era el Jefe de los suboficiales y oficiales que integraban el personal del servicio penitenciario bajo control de la Brigada X y que dependían de Gamen y Sasiaiñ, a quienes vio en varias oportunidades en el lugar.
Expresó que como oficial penitenciario, sabía que la actividad de una Central de Reunión de Información era la evaluación e integración de la información y que en este caso específicamente, se efectuaba inteligencia sobre armamentos, documentos e interrogatorio a detenidos. Al respecto agregó que había visto llegar al lugar vehículos militares, policiales y otros sin identificación que traían bultos con armas, documentación y personas detenidas.
El nombrado refirió que la orden de presentarse en el RIM3 fue dada por el Inspector Dolz, Director General del Cuerpo Penitenciario Federal y que les estaba terminantemente prohibido comentar las actividades de la CRI. Las órdenes eran de brindar seguridad externa y control de personas que ingresaban.
Nicasio Bordón, quien declaró que desde fines del 77 y durante 1978 prestó servicios como Oficial de turno del SPF como custodia externa de un edificio utilizado por la Brigada X, ubicado dentro del RIM3 Tablada, en la enfermería del lugar.
Manifestó que cumplió dichas funciones bajo las órdenes del Subalcaide Hirschfeldt del SPF.
Refirió que el edificio estaba dedicado a ejecutar tareas de inteligencia y que sabía esto porque se lo había contado su jefe de custodia para mostrarle el grado de responsabilidad que tendría en su tarea y además porque era oficial de inteligencia y podía conocer el tipo de actividades que se llevaban a cabo ahí por indicios, tales como el acopio y la reunión de materiales, armas y documentación provenientes de la subversión, y por los interrogatorios que se realizaban a los detenidos. Sobre este último punto aclaró que las personas conducidas hasta dicho lugar por personal policial o militar, esposadas y con la cabeza gacha sin duda alguna serían objeto de interrogatorio. Aclaró que tenían directivas específicas para el acceso al edificio, sólo de las personas perfectamente detalladas y debían evitar inmiscuirse en las actividades del lugar.
Resulta importante señalar que el nombrado Bordón refirió que había visto en el lugar a Suárez Mason, a Sasiaiñ y a Gamen.
En los mismos términos se expresó Víctor Hugo Saccone, quien también prestó servicios en comisión de guardia externa para el Ejército en el sector enfermería del RI3 Tablada, durante el año 1977 y mediados de 1978, y manifestó que la orden para cumplir dicha función le fue impartida por el Inspector Dolz.
Dijo que el lugar se utilizaba para tareas de inteligencia, que lo sabía porque vio llegar a personas detenidas y esposadas y cajones con armas, panfletos y libros.
Debe señalarse que los dichos de estos integrantes del SPF resultan coincidentes con las manifestaciones brindadas por los acusados en este juicio en el mismo sumario, que serán analizadas más adelante. Solo nos adelantamos para advertir que existe una total coincidencia en cuanto a su contenido.
COT/CRI - VESUBIO
Del análisis de todos los testimonios antes citados se desprenden las claras e importantes funciones operativas que cumplió la Brigada X en la Subzona 11 a su cargo.
En un principio estas funciones se cumplieron a través del COT de la Brigada X, pero a partir de 1977 comenzó a funcionar la CRI, que, como ya fue explicitado, era un desprendimiento del COT como puesto de comando adelantado de la Brigada.
Debe señalarse que sobre el funcionamiento del COT vamos a volver en extenso al momento de analizar el descargo de Gamen.
Conforme surge de los dichos referidos, la CRI funcionaba bajo las órdenes de Gamen, en su carácter de Segundo Comandante y Jefe del Estado Mayor, a quienes varios vieron en las instalaciones de la CRI y lo identificaron de modo claro teniendo injerencia en su funcionamiento, más allá de que obviamente la CRI estuviera bajo las órdenes de Sasiaiñ, como Comandante de la Brigada y, a un nivel inferior, de Luque, como Jefe de la División Inteligencia.
La CRI cumplía principalmente funciones de inteligencia, reuniendo y analizando información como su nombre lo indica, más allá de que para poder cumplir acabadamente la función encomendada tuviera que trabajar en forma conjunta con la División Operaciones, encargada de ejecutar los blancos y de llevar a cabo las operaciones.
En efecto, del análisis de los testimonios citados podemos concluir que la CRI reunía la información y una vez determinado el blanco a detener, e intervenía operaciones, o sea actuaba operaciones, quien ejecutaba la orden y llevaba a los secuestrados y al material secuestrado al lugar de detención, en dónde intervenía inteligencia a través de sus interrogadores para obtener más información, analizarla nuevamente y así retroalimentar la cadena dentro de este plan criminal.
Aclarado esto, debemos vincular esta estructura con lo que fue el funcionamiento del CCD Vesubio, objeto de este juicio.
Resulta obvio que si en la Subzona 11 se creó una estructura de inteligencia, vinculada a operaciones, para cumplir funciones en el marco de la Lucha contra la Subversión y si en esa misma zona y a muy poca distancia existía justamente un centro clandestino de detención, lugar por antonomasia para llevar a cabo la represión, es evidente que estos lugares no sólo estaban vinculados sino que además funcionaban en forma conjunta. Se ha demostrado ya desde la causa 13 que a lo largo y ancho de todo el país se utilizó a los centros clandestinos de detención como los lugares principales a través de los cuales se llevaron adelante los planes fijados para la LCS.
En este sentido, es evidente la conexión y dependencia que el CCD Vesubio tenía respecto da la CRI, que cumplió una función determinante respecto al funcionamiento de este centro clandestino de detención. Los secuestros que se realizaron dependían de la inteligencia que realizaran las fuerzas de seguridad con tal fin, las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas, y la CRI estaba dedicada a eso. Durante la llamada Lucha contra la Subversión, la inteligencia dependía principalmente, entre otras fuentes, de los interrogatorios bajo tormentos que podían iniciarse en el lugar de secuestro, pero que llegaban a su máxima expresión en el centro clandestino. Con lo cual es obvio que la CRI desarrollaba sus funciones a través del centro clandestino y a su vez la existencia y el funcionamiento centro clandestinoera el resultado de las tareas cumplidas por la CRI. Se retroalimentaban mutuamente.
La CRI obtenía información de inteligencia, fijaba un blanco, ordenaba el secuestro de una persona, esta persona era interrogada bajo tormentos en el CCD y la información que brindaba volvía a la CRI para ser analizada y así poder continuar con esta cadena.
El objetivo impuesto por la Junta Militar de erradicar a las organizaciones político militares se llevó a cabo gracias a las tareas de inteligencia que ocuparon un rol claramente central en lo que fue la LCS. Y estas tareas de inteligencia tenían como base la tortura a los secuestrados para poder obtener información de citas, de otros integrantes y distinta información con la que pudieron detener y asesinar a miles de militantes populares.
Cabe señalar que sobre las funciones y la importancia de las tareas de inteligencia obran entre la documentación incorporada el Reglamento RC-16-1 “Inteligencia Táctica”, así como también el “Reglamento de Organización y Funcionamiento de los Estados Mayores” que regulan este tema, además de lo que surge de las restantes directivas y reglamentos citados.
Justamente era tan importante la inteligencia que la Subzona 11 creó en 1977 la CRI, que fue una estructura dedicada a la inteligencia para la Lucha Contra la Subversión en la Subzona.
Como consecuencia de esto, no podemos más que concluir que no solo la CRI no era ajena al Vesubio, sino que muy por el contrario, al menos durante los años 1977 y 1978, era justamente el organismo que coordinaba o que estaba atrás de su funcionamiento. De hecho en la CRI no solo intervenía personal de la división inteligencia, sino también de la división operaciones, que, como ya dijimos, no eran compartimentos estancos. Recordemos que en este sentido, que tanto Sasiaiñ como Luque aclararon que la CRI operaba con personal del comando, particularmente por los integrantes de las Divisiones II y III (Inteligencia y Operaciones), así como también con personal de las distintas Jefaturas de Áreas.
Respecto de las funciones de guardia del personal del Servicio, los testimonios analizados siempre hacen referencia a la custodia del edificio donde funcionaba la CRI, aunque es evidente que estaban dedicados a custodiar el centro clandestino de detención. La prueba más clara de esto es que, conforme lo analizaremos más adelante, nuestros imputados fueron reconocidos como cumpliendo funciones adentro del CCD, aunque ellos, al igual que el resto de los penitenciarios, hayan declarado que solo se dedicaron a cuidar las instalaciones de la CRI.
Se ha concertado que en los testimonios del JIM 29 se elimine del paisaje al centro clandestino Vesubio, y que la estructura, bajo el ropaje de una operatoria semilegal, se situara en la enfermería del RIM 3, esto es, en el asiento de la CRI.
Asimismo, respecto de la dependencia del CCD Vesubio de la CRI y de la Brigada X también obran las declaraciones de algunas víctimas y otros elementos de prueba que lo confirman.
Elena Alfaro hizo referencia a la existencia de la CRI, ubicada en el Regimiento de la Tablada, de la que dependía el Vesubio. Y cuando mencionó al personal militar que tenía injerencia en el centro clandestino nombró en concreto a Delta -apodo de Duran Sáenz-, a El Indio -apodo de Luque-, a Gamen y Sasiaiñ.
También resultan coincidentes en este sentido las declaraciones brindadas en la audiencia por Niro y Di Salvo que hicieron referencia a la presencia de Sasiaiñ en el CCD, y lo manifestado por Clara Martínez, cuando declaró que a su abuelo le dijeron que podía obtener información sobre su secuestro en el Batallón X de Palermo, a través del Teniente Jacovino, que casualmente fue la persona que los llevó cuando fueron liberados.
Además, Scarfia y Alfaro mencionaron la presencia de Carlos Guillermo Suárez Mason, Comandante del Primer Cuerpo de Ejército, en el lugar.
También contamos con la información que surge del intercambio de correos electrónicos que el supuesto represor que se hizo llamar “Javier” o “Xavier” mantuvo con Ana Feldman, a los que ya hemos hecho referencia al analizar el caso de su hermana Laura.
Si bien no ha podido determinarse quién es en verdad esa persona, lo cierto es que no podemos obviar que la información brindada por el nombrado sobre varios puntos resulta verosímil y coincidente con las restantes pruebas reunidas, lo cual permite valorarla como un elemento más para acreditar lo que venimos sosteniendo hasta el momento.
Esta persona que se hacía llamar Javier manifestó que cumplió funciones en el Vesubio, recibiendo órdenes de la CRI para realizar operativos y secuestrar personas que eran llevadas al centro clandestino. Cuando el operativo era fuera de la jurisdicción se debía coordinar la llamada “área libre” con las policías locales.
En el correo de fecha 9-9-05 mencionó que los responsables del Vesubio eran Sasiaiñ, Gamen y Duran Sáenz.
En el correo del 15-9-05 explicó que la CRI era la central de reunión de inteligencia, que era un elemento creado para las operaciones encubiertas de la Brigada de Infantería X en su jurisdicción y que estaba bajo la responsabilidad del segundo de la Brigada, General Gamen, pero había un teniente coronel como jefe directo, que era Duran Sáenz. Dijo que según comentaban el Coronel Gamen se hacía presente en el lugar y que por esa doble tarea ascendió a General.
También agregó que en la CRI y en el Vesubio operaban todas las unidades de la Brigada 10.
En el correo del 23 de septiembre de 05 hizo mención a Sasiaiñ, diciendo que había implantado el sistema con una amplia convocatoria de todos los oficiales de su Brigada, para que de vez en cuando mataran a “3 o 4 guerrilleros” con el fin de comprometerlos. A ello agregó que igualmente hubo oficiales que se negaron a disparar y que esto no tuvo consecuencias y pudieron continuar con sus carreras.
Por último, obran las manifestaciones efectuadas por Cendón (en el Legajo 494 y en el Legajo Conadep 7170), quien en forma coincidente con las restantes pruebas reunidas durante el juicio brindó distinta información sobre el centro clandestino El Vesubio, su vinculación con la CRI –dependencia sobre la que realizó diversas referencias- y con el Comando de la Brigada X, incluyendo a Sasiaiñ. También habló sobre las funciones operativas de la Brigada, respecto de las cuales obra en el legajo una copia de la autorización firmada por el propio Sasiaiñ para la circulación de vehículos por parte de los integrantes de la Brigada.
Asimismo, tampoco podemos dejar de hacer mención a los distintos casos de secuestrados en el centro clandestino Vesubio que, con el fin de iniciar su proceso de pseudo legalización, fueron dejados en las cercanías de distintos regimientos que integraban la Subzona. Si bien sobre esto volveremos en detalle al analizar el descargo de Pascarelli, aquí nos interesa señalar el hecho de que intervinieron en este proceso todas unidades militares dependientes de la Brigada de Infantería X, lo cual es una muestra más de la relación entre el centro clandestino y la Brigada de mención.
Vinculado con esto, debemos hacer referencia a lo que surge de la ficha penitenciaria de Gustavo Alberto Franquet –cuyo caso es objeto de este debate-, en la que se plasmó que el nombrado estaba a disposición del Comando de la Brigada de Infantería X. Luego esta anotación fue tachada y se consignó que estaba a disposición del Juzgado Federal nro. 2, Secretaría… no tenemos el número (decía López Lecube, el nombre del Secretario). Cabe señalar que esta ficha se confeccionó el 24 de junio de 1978 cuando Franquet llegó a la Unidad 5 de Mercedes, después de un día de haber estado en el Reg. 6 de Mercedes y que recién empezó a estar a disposición del Juzgado Federal en febrero de 1979 cuando el Consejo de Guerra se declaró incompetente y Franquet ya estaba detenido en la Unidad 9 de La Plata. Es evidente, que originalmente el nombrado Franquet estuvo a disposición del Comando de Brigada, pero que después a fin de que no quedara constancia de ello, se enmendó esta anotación colocándo a disposición del Juzgado Federal.
Por último no podemos obviar que ante el Juzgado Federal 3 tramita la continuación de la investigación que se sigue por hechos de Vesubio, en la que se encuentra procesado Jorge Raúl Crespi, quien con el grado de Teniente Coronel fue destinado el 5/12/77 al Comando de la Brigada de Infantería X y el 25/1/78 pasó a desempeñarse, como sucesor de Franco Luque, como Jefe de la División II –Inteligencia-, del mencionado Comando. El nombrado fue responsabilizado por haber estado a cargo de la CRI y, en consecuencia, haber sido parte fundamental de la maquinaria represiva a través de la cual se cometieron los hechos que tuvieron lugar en el Vesubio.
En forma concordante, se encuentra procesado en la investigación citada Gustavo Adolfo Cacivio, quien en su carácter de Capitán y cumpliendo funciones como Auxiliar del Jefe de la División II –Inteligencia- del Comando de la Brigada de Infantería X, adónde fue destinado a partir del 23/1/78-, se desempeñó como Jefe del Centro Clandestino de Detención Vesubio, bajo el apodo de “El Francés”. Cabe señalar que antes revistaba en el Destacamento de Inteligencia 101 de La Plata.
Si bien los dos nombrados se desempeñaron con posterioridad al período por el que se encuentra imputado Gamen, ello muestra de qué modo la estructura implementada para la represión, en lo que a nosotros nos interesa, continuó funcionando bajo el mismo patrón durante 1978, y constituye un ejemplo más de la dependencia operacional del Vesubio con respecto a la Brigada de Infantería X y a la CRI.
Analizadas las funciones de la CRI y la relación de esta dependencia y la Brigada de Infantería X con el Vesubio es hora de hacerlo acerca del vínculo entre la Subzona y Área con el Vesubio durante todo el período investigado, para poder así delimitar y precisar luego en particular la responsabilidad de los imputados respecto de los hechos ocurridos en ese centro clandestino.
Es claro que el Vesubio estaba emplazado en la Subzona 11, en el Área 114, con lo cual se trató del centro de detención dependiente de esas subunidades de la represión.
Por otro lado, es clara la injerencia de la CRI y consecuentemente de la Brigada a cargo de la Subzona, de la cual era un puesto de comando táctico adelantado, en el funcionamiento del Vesubio. La creación y el traslado de la CRI a la jurisdicción más comprometida de la Subzona, conforme fue dicho en varios testimonios citados, marca la importancia de ese territorio en lo que fue la llamada Lucha Contra la Subversión.
Pero ese territorio no adquirió importancia de pronto, de un día para el otro en el año 1977, la Subzona tenía a su cargo un territorio clave y comprometido desde siempre y, en lo que aquí interesa, desde marzo de 1976. Por esto, durante 1976 ese territorio también fue controlado, y en este caso la injerencia directa, antes de que estuviera la CRI la tenía el Jefe del Área, es decir el imputado Pascarelli.
Durante 1976 Pascarelli era la autoridad militar en ese territorio. Todavía no había sido desplazado un puesto de Comando táctico, la CRI.
Por sobre ella, en el escalón inmediatamente superior de la línea de comando, se encontraba la Brigada a cargo de toda la Subzona, que incluía una jurisdicción muy amplia, y que además tenía su asiento en los cuarteles de Palermo, es decir muy lejos de su zona de influencia, por lo cual tenía que apoyarse en las Áreas para poder tener el control del territorio.
Antes de que se creara la CRI, Pascarelli era el responsable directo del Área y por lo tanto de lo que allí ocurría y en lo que aquí interesa, de la existencia y funcionamiento del centro clandestino Vesubio. Y una vez creada la CRI el Área continuó cumpliendo funciones en el marco de la Lucha Contra la Subversión, ya que en definitiva era la que tenía el manejo del territorio y por ello podía aportar valiosa información de inteligencia.
Recordemos que Sasiaiñ y Luque aclararon que en la CRI operaba personal del Comando de Brigada y personal de las Jefaturas de Áreas. Como su nombre lo indica, en la central confluyeron la inteligencia, incluyendo la de las Áreas que componían la Zona. Esta información de inteligencia, a su vez, también llegaba a las Áreas desde las unidades policiales dependientes, asentadas en su territorio.
Fichera, quien fue el sucesor de Pascarelli en el Grupo de Artillería 1 de Ciudadela, confirmó la existencia de la Jefatura de Área que tenía a su cargo, confirmó la existencia de la Jefatura de Área y de la realización de los operativos en su jurisdicción, que podían incluir detenciones, y el vínculo que existía con la Jefatura de la Subzona. Asimismo, él habló de Sandoval, quien había sido destinado por la Policía de la Provincia de Buenos Aires como oficial de enlace con la Unidad a su cargo, para coordinar todo lo necesario para la ejecución de los blancos operativos.
Por su parte, Sandoval aceptó que en efecto cumplió funciones como oficial de enlace entre la Policía provincial y la Unidad Militar de Ciudadela para la ejecución de los operativos y que en la Unidad había una Oficina de Inteligencia junto con otra de operaciones. Ya sobre esto regresaremos luego.
Por último, D´Adamo y Battafarano, quienes se desempeñaron como Jefes de las distintas comisarías de la jurisdicción, afirmaron la dependencia de las Comisarías de las Jefaturas de Área, en particular del Área Militar 114 a cargo del Grupo de Artillería de Ciudadela.
De estas declaraciones se desprende que la Jefatura de Área, en cabeza del Grupo de Artillería Mecanizada 1 de Ciudadela, siempre cumplió funciones en el territorio a su cargo en el marco de la Lucha Contra la Subversión. Antes de que se instalara la CRI, no puede tener asidero ninguna hipótesis de que su autoridad fuera disputada por cualquier otro estamento de la represión, precisamente por el lugar que ocupaba en su estructura.
Mientras no estaba la CRI, el Jefe del Área 114 era la autoridad militar directa en el territorio, mientras que a partir de su emplazamiento, si bien no hay ningún elemento que permita sostener que cambiaron las misiones —antes bien todo lo contrario—, un elemento del comando superior se instaló en el territorio.
Se ha podido acreditar por medio de las pruebas reunidas, que el Vesubio funcionó como el CCD al que se llevaban a las personas secuestradas en el marco de las funciones cumplidas por la Subzona 11 en la denominada Lucha contra la Subversión. A su vez el Área 114 contribuyó al funcionamiento de este CCD.
En este sentido, queda entonces demostrado que a través del Comando de la Subzona 11 y del Área 114 que de ella dependía, conforme ya analizamos extensamente, se transmitían las órdenes para llevar adelante el plan de represión ilegal durante la última dictadura militar, y, en punto a lo que interesa en este juicio, al funcionamiento del centro clandestino de detención Vesubio emplazado en dicha jurisdicción. Las órdenes que se trasmitían provenían del Comando del I Cuerpo y, a su vez, de la Junta de Comandantes en Jefes e incluían las órdenes para secuestrar, torturar y mantener privadas ilegalmente de su libertad en el centro clandestino a cientos de personas y en su caso, también asesinarlas.
NOS DETENDREMOS AHORA A ANALIZAR LA RESPONSABILIDAD CONCRETA DE ALGUNO DE LOS IMPUTADOS Y VAMOS A COMENZAR ENTONCES CON ESTA LECTURA
Nos detendremos ahora a analizar la responsabilidad concreta de los aquí imputados, comenzando primero con los militares. La responsabilidad surge en primer lugar de la encumbrada posición de mando que ostentaron los nombrados en el sistema de represión ilegal, que dividió el país estructurando la represión en estamentos jerárquicos y reticulación del territorio bajo la forma de Zonas, Subzonas y Áreas de Defensa militares, como expresamos recién.
Desde dicha posición ejercieron el comando que les correspondía por su grado, emitiendo las órdenes para que se ejecutaran los hechos que se les atribuye, de acuerdo, además, a las que recibieran de sus superiores.
En el caso de Durán Sáenz, su responsabilidad surge a partir de las funciones que desempeñó dentro de la estructura de ese plan de exterminio, como jefe del centro clandestino Vesubio, en el que operó también retransmitiendo las órdenes recibidas y controlando directamente su cumplimiento.
Luego pasaremos a desarrollar la actividad de los agentes del Servicio Penitenciario; en este punto se examinará la vinculación de estos imputados en su carácter de guardias, su presencia efectiva en el centro clandestino, la utilización de apodos y sus acciones y omisiones en los delitos de privación ilegal de la libertad y en los tormentos.
Por último trataremos la responsabilidad y participación de los militares en los homicidios.
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