RESPONSABILIDAD DE JOSÉ NÉSTOR MAIDANA
A la hora de prestar indagatoria, José Néstor Maidana adoptó la misma posición que sus consortes de causa. Afirmó que iba a declarar pero no a responder preguntas, y en apretadísima síntesis dijo que negaba todo y cada uno de los hechos, que nunca participó en tormento o privación ilegal alguna, que nunca estuvo en Vesubio. Dado que no negó como el resto de sus compañeros haber utilizado un apodo, suponemos que olvidó hacerlo.
En esa audiencia, luego de generarse una incidencia, el Tribunal resolvió que sus declaraciones vertidas en el Juzgado de Instrucción Militar nro. 29 que habían sido ratificadas en sede judicial, quedaran incorporadas al juicio. Como en el resto de los casos estas manifestaciones serán analizadas junto con el resto.
En virtud de la ampliación de la acusación se le recibió nuevamente indagatoria, pero en esa oportunidad no declaró.
José Néstor Maidana en su calidad de agente del Servicio Penitenciario Federal que operó como guardia en el centro clandestino Vesubio:
Como en los casos de Martínez y Erlan nada se va a decir respecto del descargo que Maidana realizó en tanto no hay elementos pasibles de análisis, pero sí es menester señalar que la prueba en su contra que ha tenido lugar en el juicio, resulta concluyente.
Análisis de sus antecedentes y legajo personal:
Surge en su legajo del Servicio Penitenciario que Maidana, nacido en la provincia de Misiones, de madre argentina y padre paraguayo, ingresó a la fuerza con 23 años de edad, en el año 1973.
De la foja de Funciones desempeñadas de ese legajo surge que en 1975 se encontraba destinado en la U 17 como guardia y en la foja de los “Traslados” aparece que el 22 de diciembre de 1976 pasó de dicha unidad penitenciaria a la Dirección de Obra Social. En “motivos del traslado” se consignó que fue a su pedido y obra una comunicación de dicha Dirección que dice que el 2 de enero de 1977 se presentó en dicho lugar.
El siguiente traslado documentado es el pase de Maidana del 2 de septiembre de 1977 a la Dirección General del Cuerpo Penitenciario por razones de servicio, destino en el que parece continuar hasta el año 1983 en que habría pasado a la Unidad nro 1. Por esos días, concretamente el 7 de septiembre de 1977, la División Seguridad le hizo entrega de una pistola automática Browning calibre 9 mm con tres cargadores y 39 cartuchos de guerra 9 mm según surge de la foja “Observaciones” del legajo en análisis.
De estos pases y destinos también dan cuenta las resoluciones 452 y 295 incorporadas al debate, y ofrecidas durante el juicio por la defensa de este imputado con motivo de la ampliación de la acusación, pero que es obvio tienen relación con varios de los hechos que se le imputaban con anterioridad.
También según da cuenta el legajo, por resolución nro. 6/77 y a partir del 9 de agosto de 1977 se lo habría incluido en la dotación del Servicio de Inteligencia Penitenciario Federal, circunstancia que también se encuentra corroborada por el informe remitido por esa división al Tribunal, la que ha quedado incorporada por lectura.
Este paso por el Servicio de Inteligencia también ha sido corroborado por el Director de esa Dirección, Neuendorf, aunque dijo recordarlo como un ayudante de cocina en el edificio de Varela y Alberdi (edificio en el que se encontraba la dirección de obra social). Por su lado, en la audiencia en la que Zeolitti prestó indagatoria, al ser interrogado por los apodos que escuchó en el Vesubio, y luego de haber reconocido que Paraguayo era uno de ellos, terminó aceptando, a preguntas del Presidente del Tribunal, y a regañadientes que a Maidana así le decían.
Por supuesto que previamente había dicho que no había visto a este imputado ni a ninguno de sus consortes de causa en el centro clandestino, a excepción de Hirshfeldt –que está muerto- y de los integrantes del Ejército, Durán Saenz y Luque (este último también fallecido).
En cuanto a los argumentos que ya se trajeron en la instrucción en punto a que no se le pueden imputar hechos anteriores a noviembre de 1977 porque recién fue señalado por primera vez actuando en el centro clandestino por Juan Carlos Benitez, en el juicio se ha demostrado otra cosa: Ricardo Néstor Maidana fue visto en el centro clandestino mucho antes de esa fecha, y así lo indicaron los testigos Di salvo y Kiernam, secuestrados el 9 de marzo de 1977, y Genoveva Ares, secuestrada el 15 del mismo mes y año. Asimismo se cuenta con la cita de este imputado por parte de Juan Farías y su hijo, Juan Carlos; y de Ricardo Wejchemberg privado de su libertad en julio de ese año.
Estos reconocimientos realizados en el juicio por las víctimas, no dejan lugar a duda acerca de la presencia de Maidana en el centro clandestino en marzo de 1977, ello sin perjuicio de lo que señala su legajo y lo que han manifestado en el juicio las testigos Lidia Kolln y Nadine Francoise Zozulla.
Ambas mujeres, que habrían cumplido funciones en la Dirección de Obra Social en los años 1976 y 1977, declararon que para ese entonces veían a Maidana en el edificio en el puesto de control durante la mañana y durante la tarde, y que esas guardias eran de 12 por 36 horas.
Ya hemos dicho que consideramos muy restringida la virtualidad probatoria que debe otorgarse a los legajos. Sin embargo, y pese a esta circunstancia, para la fiscalía ni siquiera sería necesario poner en tela de juicio que los destinos consignados pudieron haber sido verdaderos, pues ello de ningún modo impidió que Maidana en los francos en la obra social -donde también cumplía turnos rotativos- se desempeñara en el CCD, donde los turnos eran de 24 por 48 horas. Esta hipótesis es la que compatibiliza un testimonio veraz de la testigo de la Defensa con los coincidentes testimonios de las víctimas, que lo señalan en el Vesubio.
Ello además, coincide con lo manifestado por Zeolitti en la indagatoria cuando aceptó que las tareas en el Vesubio incluyeron un incremento adicional de su sueldo, afirmación con la que contamos ya desde que declaró Luciani en una de sus declaraciones testimoniales en la que refirió que sabía que Zeolitti había aceptado cumplir con esas funciones pues se pagaban en forma especial, y se estaba construyendo su casa.
Asimismo, puede señalarse a modo de ejemplo, otro supuesto que revela las inconsistencias de los legajos y/o de la información en ellos volcada. Zeolitti en su indagatoria, dijo que en el año 1978 cuando lo sacan del Vesubio fue destinado a la Dirección de Obra Social, y explicó que ello no figura en su legajo porque dijo que dependía de la Dirección General del Cuerpo Penitenciario.
La pregunta obligada entonces sería porqué figura este destino en el legajo de Maidana y porqué la discriminación en éste de la Dirección de Obra social y la Dirección General si a los fines burocráticos no había distinción.
Cuál respuesta ensayemos nos lleva a una obligada conclusión: esta documental –los legajos de los represores- contiene información que debe ser relativizada y evaluada con suma cautela conjuntamente con los demás elementos de juicio antes de extraer de ellos conclusiones.
Por último, es preciso destacar por su elocuencia, que la totalidad de las personas que ubicaron al PARAGUAYO como guardia en el lugar, indicaron también la profunda impresión que éste les generó, y lo distinguieron como especialmente cruel, antisemita, sádico y brutal.
En atención a estas particulares circunstancias, es que la fiscalía considera que las manifestaciones de las testigos Kolln y Zozulla, en especial las de la primera, quien ha demostrado un claro vínculo afectivo con el imputado y su familia a lo largo de casi 40 años, deben ser tomadas con las prevenciones que estas circunstancias imponen. Si bien la fiscalía tiene una posición de hacer uso restringido de la figura del falso testimonio, resultó bastante sospechoso el recuerdo bien concreto de destinos y fechas de lo que ambas llamaron “un compañero de trabajo”. Kolln no impresionó como testigo confiable. Recordemos que frente a la pregunta del Presidente acerca de la misma información respecto de otras personas que también cumplían funciones en dicho destino al mismo tiempo, la testigo quedó sumamente expuesta, pues ni siquiera recordaba los nombres de otros compañeros.
En contraposición se cuenta con la identificación realizada por 41 personas, 8 de las cuales lo sindicaron en la sala en presencia de todos los ahora presentes.
Néstor José Maidana respondía al apodo de “PARAGUAYO”
De ello dieron cuenta numerosos testigos, algunos identificándolo personalmente en la sala, otros recordando su apodo o historias referidas a él.
Ana María Di Salvo ubicó a Maidana en la sala como “Paraguayo o Correntino” y refirió que ella le decía “Sr. Celeste”, porque llevaba siempre un pullover escote “V” celeste, y recordó (y lo digo textual): “que en una oportunidad en que, al poco tiempo de estar yo ahí, él fue el que me llevó a otro lugar, porque preguntaban -en ese otro lugar- quién era la delegada de la asociación de profesionales en el policlínico de Lanús, y me sacó de noche sin que yo tuviera la capucha puesta, yo tenía una pollera puesta que me quedaba tan grande que la tenía que llevar agarrada con la mano para que no se me cayera, y él me dijo “me podes mirar la cara”, y yo iba con la cara para abajo, ahí me interrogaron, y después me volvió a traer a la cucha”.
Cabe señalar que la defensa de Maidana, cuestionó esta identificación, pues adujo que al prestar declaración en instrucción esta testigo no lo había reconocido. Y dado que será inolvidable, por lo menos para todos los que estuvimos ese día presentes, el tremendo esfuerzo que Ana María Di Salvo estaba realizando ese día, la defensa desistió de la continuación del testimonio, a condición de que se incorporasen por lectura sus declaraciones anteriores lo que así sucedió.
Eduardo Kiernam, reconoció a Maidana en el debate como el Paraguayo, con una gran cautela pues explicó que a los represores los veía a través de los agujeritos de la capucha que llevaba puesta.
Genoveva Ares reconoció en la sala a Maidana como el guardia que le dijo era policía de Temperley. También describió en aquel momento que no tenía bigotes. En las fotografías agregadas en los anexos que fueron utilizados en la instrucción, Maidana luce sin bigotes, si bien podría resultar un dato menor, en tanto el bigote es un aspecto de la fisonomía que cualquiera puede alterar a voluntad con mucha facilidad y por breves períodos, lo cierto es que ella lo describió de esa forma y como dijimos coincidiría con el aspecto que el imputado lució para esa época.
Silvia Irene Saladino señaló a Maidana en la sala como PARAGUAYO, un guardia del que relató varios episodios que también nos permiten conocer más la personalidad del imputado.
En este caso no fue resaltada especialmente su brutalidad relativa a los castigos físicos (aunque relató que en la guardia de este imputado no los llevaban al baño); pero sí otro aspecto del sadismo de éste.
Saladino como también lo hicieron otros testigos, hizo mención al especial ensañamiento con los hombres y con las víctimas de ascendencia judía. Y también contó cómo este guardia la acosaba diciéndole que cuando saliera del centro clandestino quería salir con ella a tomar café, o cuando le dio un sándwich de milanesa para que ella tuviera que comer frente al resto de sus compañeras hambrientas, algunas de ellas embarazadas, con quienes la víctima quiso compartir, más el Paraguayo se lo impidió.
Nieves Marta Kanje también indicó a Maidana como el represor que ella conoció en el centro clandestino como PARAGUAYO. Dijo a su respecto que esta era una de las guardias más terribles en cuanto a insultos, humillaciones y golpes que las víctimas debían soportar.
Estrella Iglesias Espasandin señaló en la audiencia al Paraguayo en la persona de Maidana.
Adrian Brusa reconoció en la sala a Maidana como una cara conocida dentro del centro clandestino. Lo mismo ocurrió con Elena Alfaro.
Juan Carlos Farías y Horacio Hugo Russo señalaron a Erlan como el paraguayo.
Se trata de indicaciones equivocadas –a menos que Erlan también recibiera ese apodo ocasionalmente, pero no lo sabemos-.
Nos queda el conocimiento por parte de estas víctimas de que en el CCD había un represor con ese apodo.
En este sentido, Farías cuando prestó declaración dijo que un guardia a quien su padre le señaló luego como el Paraguayo le apuntó en la cabeza con un arma de fuego, a la vez que (TEXTUAL) “le gruñía como un perro”.
No olvidemos que esta víctima al momento de los hechos era un adolescente de 16 años.
Este testimonio analizado junto con el de Juan Farías, su padre, demuestran que esta especie de simulacro de fusilamiento o similar ocurrió. De las declaraciones incorporadas por lectura, queda claro que también al padre del testigo, un guardia le puso un arma en la cabeza y lo amenazó con matar a su hijo si no declaraba lo que sabía. Ese guardia, según este testigo, era el que se hacía llamar Paraguayo.
Daniel Ricardo Wejchemberg, Javier Antonio Casaretto, Claudio Niro, Alejandra Naftal, Gustavo Alberto Franquet, Cecilia Vázquez de Lutzky, Inés Vázquez, Paulino Alberto Guarido, Mónica Haydeé Piñeiro, Rolando Alberto Zanzi Vigoreaux, Roberto Oscar Arrigo, Dora Beatriz Garín, Ruben Martinez, Faustino José Carlos Fernández, Laura Isabel Waen, Darío Emilio Machado, Javier Gustavo Goldin, María Elena Rita Fernandez, Pablo Martínez Samek, Roberto Luis Gualdi y Fernando Caivano mencionaron a Paraguayo como una de las personas que los custodiaban.
Cristina María Navarro y Arnaldo Jorge Piñón lo recordaron como quien se ensañaba especialmente con Szerzewik por su condición de judío.
Juan Carlos Benitez y Arturo Osvaldo Chillida al serles leídas sus declaraciones prestadas en instrucción ratificaron haber mencionado al PARAGUAYO.
Alfredo Luis Chavez además de nombrarlo como Paraguayo dijo que también podría haber sido MATUS.
Jorge Federico Watts y Guillermo Alberto Lorusso dijeron que sabían que Paraguayo era un guardia. Y Alfredo Eduardo Peña quien también mencionó al PARAGUAYO como uno de los guardias, aclaró que esta información se la habían transmitido sus compañeros de cautiverio, a quienes él les creía.
Cecilia Ayerdi, manifestó que en su primera noche secuestrada, había un guardian “El Paraguayo” que era muy violento, que la pateó y le recomendó que no cuente nada porque El Fránces y El Teco eran los responsables. También esta testigo remarcó que los guardias se presentaban con los apodos.
Juan Antonio Frega manifestó en la audiencia que le resultaba muy difícil identificar a alguno de los represores, pero destacó a Paraguayo como uno de los represores.
Asimismo cabe aclarar que en la declaración que prestó durante la instrucción, oportunidad en que Frega había señalado una foto de Maidana del anexo fotográfico agregado en la causa, como a quien él pensaba que era quien había conocido en el centro clandestino como Paraguayo quedó incorporada al juicio.
Para finalizar la enumeración de la prueba cabe recordar el legajo 494 en el que obra la nómina realizada por Cendon que da cuenta de la presencia en el lugar de José Néstor Maidana apodado PARAGUAYO.
Sin perjuicio de que más adelante se avanzará sobre esta cuestión, hagamos memoria acerca de cómo sus víctimas lo rememoraron:
Casareto dijo: “desagradable el paraguayo, él y Chávez, eran muy desagradables… Eran feos porque pegaban a cualquiera por cualquier cosa, era demasiado arbitrario, tenían un nivel de sadismo bastante particular. Yo no sé si era paraguayo pero tenia un tono de voz del norte argentino o de paraguay.”
Roberto Arrigo manifestó que había un guardia a cargo del “Paraguayo” que era un psicópata, les pegaba y los zapateaba y les decía “Flojos”. Recordó una anécdota con esas palabras “sistemáticamente cuando entraba a su guardia zapateaba arriba de los cuerpos de los detenidos que estaban en el suelo y encadenados”
Asimismo, señaló que “durante esa guardia no se podía pedir orinar ni evacuar porque sin nos llevaban nos golpeaban”.
Claudio Niro relató que “cuando me llevan a una sala que ellos le decían “Quirófano” que era la sala de torturas... había unos reflectores que nos alumbraban la cara... “ y alí fue donde escuchó la voz del Paraguayo”.
Dora Garin relató que “cuando íbamos al baño la guardia de “El Paraguayo” era un horror”.
En cuanto al furioso antisemitismo que mostraba cada vez que tenía oportunidad son muchísimas también las historias relatadas.
Guillermo Lorusso recordó en el debate que cuando ingresó al Vesubio escuchó los gritos de una persona que era torturada, que luego la sacan, se trataba de Ernesto Szerszewicz. Luego “El Paraguayo” lo empieza a patear por su condición de judío mientras enfurecido gritaba “Yo soy argentino y vos sos judío”.
Arnaldo Piñón manifestó que “…Ernesto Serszewisz fue muy golpeado y la guardia se ensañaba con él por ser judío, principalmente el guardia apodado “El Paraguayo” quien le saltaba en la rodilla que tenía lastimada. Asimismo, había lastimado mucho a Jorge Watts. Era una guardia peligrosa, había que cuidarse de hablar porque podían llegar a matarlos a golpes….”
También Watts fue elocuente en su relato de cómo este represor lo golpeó tan brutalmente en la rodilla que dejó un charco de sangre, además de las secuelas que posteriormente lo acompañaron.
María Elena Rita Fernández manifestó que “El Paraguayo” era quien manejaba una guardia; quien en una oportunidad como ella había vomitado la comida, la golpeó y la increpó acerca de si era judía y si estaba casada.
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